Capítulo treinta. | SEGUNDA TEMPORADA.

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SE RECOMIENDA DISCRECIÓN.

Varios rumores se habían desatado en Twitter con respecto al tweet de Diana hecho el día anterior, era sorprendente ver como es que aquella plataforma comenzó a desembocarse perdidamente en teorías y suposiciones afortunadamente, el mismo tweet aquella tarde pasado un día había comenzado a caer en el olvido.

Fue una simple mentira más para aquel fandom.

Tom regresaba al patio trasero con dos vasos de agua fría en mano deleitandose con la imagen de una morena feliz corriendo de un lado a otro con una pequeña can que conocía bien, Willow, aquella cachorra corría emocionada detrás de la mujer que sostenía una pelota pequeña que era uno de sus juguetes favoritos.

— Cuidado, se van a caer. —Dijo Tom en un tono obvio entre pequeñas risillas, tal cual como si advirtiera una madre a sus hijos.

Moa al percatarse de la presencia de Tom de regreso disminuyó sus pasos consiguiendo que aquella cachorra la alcanzara y saltara sobre ella haciendo que se cayera, la morena cayó de sentón con Willow encima de ella euforica para tomar la pelota en su hocico y salir corriendo nuevamente esperanzada en seguir jugando.

— ¡Mira, nada más! Se los dije. —Regañó el rubio acercandose a su novia para ayudarla no sin antes darle su vaso con agua y así librar su mano con la cual la ayudaría a ponerse de pie.— Willow, ya basta babe.—Regañó.

— Willow. —Llamó Moa al igual consiguiendo que la mencionada regresara a ellos calmada pero sin dejar de mostrar su euforia con el batir de su cola.— Ya, ya, jugaremos más tarde, tu papá ya nos regañó. —Hizo un pequeño puchero mientras miraba a su pareja y acariciaba con su mano libre a la cachorra.

Tom soltó una risa, tendió su mano a la fémina la cual no tardó en tomarla y ponerse de pie dándole así un trago al vaso dejando que lo fresco del agua la inundara haciéndole sentir la vitalidad en aquel momento, soltó una risa divertida.
Aquella pareja había puesto manos a la obra a la jardinería del hogar de la mujer es por ello que se encontraban en la patio trasero y con la ropa sucia de tierra negra.

Moa caminó hasta una de las sillas que yacían debajo del no muy grande árbol de sicomoro que había sido plantado por su madre el primer año en el que habían comenzado a vivir en aquella casa.

— Estoy que me muero. —Se quejó la morena abanicando su rostro con su mano mientras dejaba entre sus piernas el vaso vacío.

— ¿Cómo no? Te has puesto a jugar con Willow también.

— Esa pequeña tiene mucha energía. —Dijo con diversión, Tom se sentó en la silla vacía que había a un lado de su novia para observarla como es que parecía desfallecer.— Lo bueno es que ya casi no hay mucho trabajo.—Se animó así misma observando el trabajo que habían hecho.

La pareja había replantado desde el jardín frontal pequeñas plantas de arbustos así como sembrado semillas de algunas que otras flores hasta llegar a la parte trasera del terreno, los arbustos habían sido abonados adecuadamente así como rociados con mataplagas, parecía una tarea sencilla pero en realidad era más complejo de lo que se esperaba.

El día era aún más caluroso que el anterior, no había tanto aire golpeando la ciudad y el aire que a veces llegaba era infernal pues daba una sensación tan caliente.

Detrás de la cámara. © [Tom Felton] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora