Capítulo treinta

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Narrador omnisciente.

Un golpe seco fue la razón por la que Tom despertará alterado y alerta, sus coquetos ojos azules miraron a su al rededor encontrándose con una colérica mujer de nariz respingada.— ¡Pero que te pasa? —Preguntó al rubio sentandose al filo de la cama alzando sus brazos frente a su rostro para evitar recibir un fuerte golpe de nuevo.— ¡Hey, alto! —Pidió el chico mientras recibía los golpes que eran proporcionados por una almohada.— ¡Emma, basta! ¿Qué te pasa?

— ¿Qué qué me pasa? —Preguntó con esos ojos color miel muy bien abiertos.— ¡Que te pasa a ti! ¡Mirate!

Ahí fue donde el rubio bajó su mirada para verse encontrándose con que solo contaba con su ropa interior encima, viniendole a la mente lo que había pasado, con su mirada buscó a Moa.

— Ella no está aquí.—La mirada extrañada que cuestionaba “¿Cómo sabes que me refiero a ella” se centró en el rostro de la chica.— Entré a la cabaña después de venir con los chicos y me encuentro que tú, maldito infeliz. —Le dio un almohadazo al chico.— Te has acostado con Moa. —Dijo eso con un susurro pero tan lleno de sentimiento de incredulidad.

El sonido que escuchó Moa, la cual la hizo despertar fue cuando Emma salió de la cabaña apenas los vio.

Emma lejos de estar molesta con Moa, estaba molesta con Tom, le importaba una mierda Jade en ese momento, la chica estaba indignada con su mejor amigo.

— ¿Qué pasa, imbécil? —Le dio nuevamente un almohadazo, sintiendo como es que Tom la detenía después de recibir ese golpe.

— Relájate, por favor. —Pidió.

— ¿Cómo me pides eso, animal? —Preguntó, sus ojos en ese momento eran pistolas.— Te has acostado con ella.

— Okay, sí, pero espera... —Pidió, guardó silencio unos segundos antes de seguir.— Deja que me vista y hablamos.

Emma solamente lo observó antes de alejarse de su amigo y darse media vuelta caminando a la minisala de la cabaña.
Pasaron unos segundos minutos para que saliera de la habitación Tom, tomando asiento frente a su amiga quien apenas al ver que salió de la habitación que compartían lo siguió con una mirada pesada.

— No sé que pasó...

— Yo sí sé. —Dijo con ironía la chica.— Te has aco—Fue interrumpida.

— Sí, sí, me he acostado con ella, ya lo sé, gracias, no olvido eso.

La chica de pecas cerró sus ojos pasando su mano por su sien para masajearla.

— ¿Por qué? —Preguntó con incredulidad, en la mente de Watson se trataba de encontrar la racionalidad ante la idea pero simplemente no podía.

— Porque... No lo sé. —Soltó un pesado suspiró, Tom pasó sus manos pornsu cabello con estrés.

Siquiera estaba borracho para echarle la culpa al alcohol.

Entre esos dos amigos el silencio se instaló.

Tom sentía una gran culpa, ojalá todo hubiese quedado en un simple beso que fue tan encantador y reconfortante para su interior pero no, todo escaló a un nivel mayor.

Detrás de la cámara. © [Tom Felton] Where stories live. Discover now