Capítulo veintitrés. | SEGUNDA TEMPORADA.

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Narrador omnisciente.

Moa no era una persona que realmente estuviese acostumbrada a recibir halagos sin embargo, en aquel día había hecho su mejor esfuerzo para aceptar de la mejor manera todos aquellos que recibía tanto de sus compañeros de trabajo como de personas selectas, se permitió fantasear por un momento ante los comentarios de Tom donde halagaba que se encontraba más hermosa de lo "común" aunque ella misma se repitió que no debía sacar las cosas de contexto.

Justo como había leído en su mensajería durante la mañana, la morena había salido de trabajar temprano al igual que todos, el sol apenas se estaba ocultando sobre el horizonte dejando ver ese paisaje embelecedor de colores cálidos y fríos, los rayos naranjas del sol contrastaban en las nubes que se teñian de rojo dejando paso a un melancólico arrebol, la ventisca fresca de la noche comenzaba a caer haciendo que la chica de orbes marrones se estremeciera pero que a su vez disfrutara de la sensación placentera de sentir lo frío del viento calarle los huesos.

Tom, no había pasado por alto la sensación de satisfacción que se expandía por su pecho de tan solo ver a Moa con una actitud más positiva, le daba cierta felicidad el hecho de que la mujer a la que tanto quería se dejase ver después de un período que parecía ser de una ardua crisis tan reluciente. Sus ojos azules no dejaron de seguir aquel cuerpo femenino que con una gran sonrisa se desplazaba por todo el lugar de grabación.

Todos comenzaban a irse poco a poco, y a diferencia de otros días, Tom corría con la suerte de regresar a su hogar ocupando el transporte público, no porque su auto tuviera alguna complicación sino porque simplemente había decidido dejarlo en el garaje de su casa.

En sus audífonos se reproducía Rap God de Eminem, uno de sus artistas favoritos, en su mente cantaba la letra de la canción esforzándose por rapear con la misma velocidad de la iconica estrofa pero simplemente no podía, el sonido de su celular se disminuyó por unos segundos escuchandose un tintinear ocupado como tono para los mensajes dándole al rubio la idea de lo que se trataba.

« ¿Realmente crees que no podamos vernos?»
Enviado, 17:49.

No abrió el mensaje para entrar el chat, simplemente lo leyó desde la barra de notificaciones, Tom exhaló con frustración al recordar la conversación que había tenido la noche anterior con Diana quien insistía en que debían verses.

Uno de los problemas que aquel rubio tenía es que era muy noble y no sabía como decir que “No” misma razón por la que a veces quedaba comprometido con cosas que él siquiera quería, solamente no le gustaba hacer sentir mal a la gente.

« ¿Por qué no podemos vernos?»
Enviado, 17:50

Un segundo mensaje llegó poco después, bloqueó el celular antes de volver a dejarlo en el bolsillo de su pantalón para seguir caminando. Mentalmente repasaba una manera de cortar raíces con aquella mujer.
Diana nunca fue para él alguien con la que se vería en una relación oficial, simplemente habían salido de forma tan casual regalandose algunos cuantos besos antes de que se encontrara con la razón que lo hacía querer ignorar a todas las mujeres habidas y por haber que quisieran cortejarlo.
Y justo como si fuese el destino, ante sus ojos notó bajo el techado de aquella parada de autobuses a la razón por la que él no quería ver a Diana.

Moa.

Tom no pudo evitar sonreír por lo bajo con calidez al ver lo hermosa que aquella mujer se encontraba, a pesar de ser una jornada de trabajo un poco pesada aún para el corto tiempo de trabajo a comparación de otros días, la morena seguía con algo en su aura destellante.
Conforme se fue acercando poco a poco a la parada ganó la atención de la morena quien alzó la mirada de sus zapatos sumiendose en sus pensamientos.

Detrás de la cámara. © [Tom Felton] Where stories live. Discover now