Capítulo once. | SEGUNDA TEMPORADA

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S Á B A D O.

Odiaba su existencia.

Odiaba la existencia del mundo exterior.

Odiaba haber despertado un sábado por la mañana ¿Quién en su sano juicio se levantaba temprano en los únicos días que podías descansar hasta el medio día? Claramente ella no, no al menos por gusto.

Moa terminaba de alistar sus prendas en el interior de sus maletas, desde que llegó a la ciudad para la boda de sus amigos había estado viviendo en la casa de Robert pero claramente, no podía permanecer ahí, en algún momento tendría que irse.

El británico en más de una ocasión le dijo que las puertas de su casa siemrpe estarían abiertas para ella, su presencia no le incomodaba, la morena lo agradecía sin embargo una de las verdaderas razones por las que había estado viviendo con él era para ayudarlo con Kenia.

Pero esta misma bebé, había sido quitado del cuidado de ellos dos desde hace ya dos semanas.

Robert le había nuevamente dicho que no era necesario que se fuera pues para él jamás sería una molestia tenerla cerca.

Moa agradecía demasiado aquel gesto pero se planteaba que ella tenía que irse de ahí para dejar su Robby en las libertades que comúnmente de su persona, ella por su lado debía volver a su casa.

Al hogar que durante casi dos años no piso desde aquella noche helada y dolorosa de Diciembre en el 2015.

— ¿Estás segura? —Una voz volvió a insistir desde el umbral de la puerta.

La morena soltó una risa pequeña mientras se volvía a ver a sus espaldas, en el marco de la puerta de aquella habitación estaba Robert.— Muy segura, Robby, tranquilo.

Pattinson a pequeños pasos solo la observaba, tomó tímidamente asiento en el filo de la cama donde estaba la maleta de la chica.— Bueno, si cambias de opinión sabes que pue—Fue interrumpido.

— Puedo volver aquí, sí, ya lo sé. —Repitió en un ligero todo fastidiante aunque lejos de ser ofensivo era divertido, Moa soltó una risa sin gracia pero burlona.— Robby, solo, volveré a mi casa, no voy a un anexo.

El de ojos azules rió un tanto avergonzado.

Dos años podría decir que vivió en compañía de ella y no tenerla de un día para otro en su hogar sería un tanto difícil. Sin ver a Moa por las mañanas dándole muy contada vez un beso en los labios, sin ver como una morena movía su cabeza de un lado a otro al igual que su cuerpo al ritmo de la música, sin escucharla cantar con algunos cuantos desafines, sin oír esos pasos que desde las escaleras bajaban ansiosos para recibirlo.

Él, no queriendo, se había acostumbrado a la mujer que amaba.

Pero ella a él no, no al menos de la misma forma.

Para Moa siempre fue agradable ver a Robert cada mañana dándole tanto cariño con una mirada tan enternecida y bella que tal vez solo la literatura describiría, sin oír como el chico cantaba para ella cuando esta fingía darle el control de la televisión que simulaba ser un micrófono, sin notar como es que la mirada de aquel británico la envolvía en una calidez.

Pero cada mañana, al despertar, al verlo, al tenerlo cerca, se sentía peor.

Ella estaba abusando de la gratitud y la buena fe de aquel hombre que la amaba cuando ella no correspondía a sus sentimientos.

En más de una ocasión se atormentó por las veces en las que amaneció con los brazos de Robby aferrados a su cadera con su respiración tranquila en la nuca, con la vista a ese rostro de facciones finas descansar en su pecho, con apenas la sabana de la cama cubriendo sus cuerpos desnudos.

Detrás de la cámara. © [Tom Felton] Where stories live. Discover now