Capítulo veintitrés.

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S Á B A D O


Caía la mañana, con ella en la cafetería se escuchaban algunas voces del grupo de amigos poniéndose al corriente, algunos hablando de cosas triviales y otras de las actividades que harían.

La mayoría tenía sus mochilas a la mano, cosas que llevarían por la excursión.

— ¿Moa no ha llegado? —Habló Daniel quien caminaba detrás de Erin, acercándose a la mesa donde estaban sus amigos.— Buenos días por cierto.

Un "Buenos días" se escuchó por parte de sus amigos.

— No, ella y Robert aún no despiertan.—Informó Matthew con una pequeña sonrisa.

— Oh, ya veo. —Habló Daniel.

— Es mejor ir a despertarlo para que desayunen y se alisten antes de la excursión. —Sugirió Emma quien se ponía de pie de no ser por Tom.

— Iré yo, sirve que paso por la cabaña para tomar algo que me faltó.—Felton se puso de pie, Emma asintió con calma agradeciendole.

Daniel siguió vagamente con la mirada al rubio que salía de la cafetería, tenía una mala corzonada por alguna razón, el de ojos azules que no rebasaba los 1,65 de altura sentía que su amigo implicaría un problema para Pattinson lo que le hizo tener lástima.

Daniel era el confidente de sus dos amigos enamorados, Daniel sabía todo lo que Moa sentía al respecto con Felton mientras que también sabía todo lo que la morena ocasionaba en el fornido cuerpo de Robert.

Sin dudar, Robert tendría que hacer un gran esfuerzo para sacar del corazón de su enamorada al amor platónico de esta.

Tom caminaba con calma hacia la cabaña en donde estaban hospedados Moa y Robert, la cual estaba a dos cabañas de la suya.

Subió las escaleras que conducían a la puerta principal para tocar tres veces con fuerza, bajando dos escalones para que hubiese una distancia prudente. En el interior de la casa se escuchó una floja voz anunciar que atendería enseguida.

Felton desvió su mirada a todo el lugar, apreciandolo mejor, era un clima favorecedor, un viento fresco con rayos de sol que no quemaban, la excursión le emocionaba.

El sonido de la puerta abriéndose lo hizo girarse para encarar a la persona tras esta, pero su sorpresa fue encontrarse con unos pechos a la altura de sus ojos.

Una vergüenza inundó el rostro del varón sintiendo que todos los colores del mundo viajaban a este.

Una somnolienta Moa había abierto la puerta.

Frente a él, un cuerpo con curvas adquiridas por un poco de peso extra se presentaba, un cabello que caía descuidado sobre los hombros de la chica así como en su rostro, unos pechos no tan grandes pero de buen tamaño cubiertos por una camisa que quedaba en aquel cuerpo algo grande, larga, rozando sus muslos, fruncidos en dos puntos exactos por los pezones erectos de la chica a causa del escalofrío que la turbó al pisar descalza el frío de suelo tras bajar de la cama, con un muy pequeño short pijamero o que bien podría ser una licra o las pantaletas de la joven.

El rostro de la chica expresó sorpresa al momento en el que fue consciente de que frente a ella estaba el rubio.

— Tom. —Cerró un poco la puerta colocandose detrás de la puerta para cubrirse de los ojos del rubio que estaba sonrojado en las mejillas.— ¿Que sucede? —Preguntó aclarandose la voz.

— Yo...—Se quedó callado un momento por la vergüenza que sentía de haber quedado perdido admirando el cuerpo de la morena por unos segundos, tragó saliva negando con la cabeza para disipar la imagen mental de la chica.— Emma me mandó por ustedes para que desayunaran, nos iremos a la primera actividad en unos minutos.

Detrás de la cámara. © [Tom Felton] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora