Capítulo treinta y ocho.

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Narrador omnisciente.


La mañana había llegado, no muchos fueron los que se despertaron listos para embarcarse en el viaje de regreso a casa pero no podían quedarse otro día, o claro, podían pero no querían, era hora de volver a casa.

El insomnio fue el compañero leal de aquel rubio que la noche anterior, apenas y pudo controlar su molestia por los sucesos que presenció. De su mente a duras penas salían los recuerdos de Pattinson recorriendo con lujuria el cuerpo de la morena en aquel río, definitivamente tenía que hablar con ambos y por separados ¡Cómo podían? ¡Cómo es que su morena permitía que aquel hombre la tocara!

Mientras que uno amanecía indignado, en una cabaña donde la diversión no paró, despertó el varón primero como siempre, ensanchó una sonrisa duvertida y enternecida deleitandose con la imagen de la mujer a la que amaba durmiendo sobre su pecho, desnuda al igual que él y cubierta por las sábanas beige, su rostro descansaba con plenitud, sus labios suavemente curveaban una apenas muy poco o casi nada visible sonrisa. La noche anterior se habían divertido al punto de terminar muy cansados que con tan solo tomar un descanso los dos terminaran por caer en brazos de Morfeo.

"¿Aun si esto es para olvidarlo?"

Recordaba las palabras de la morena justo antes de ambos sucumbir al deseo cosa que con solo hacerlo sintió como su corazón se encogía, realmente sabía que no tenía lugar en el corazón de Moa tal como el rubio quw sin piedas le había dicho aquellas rudas palabras con tal de alejarla ¿Un error? Lo de la noche anterior para él no sería un error.

Él la amaba.

Sabía que aquello que los dos habían hecho terminaba en una relación o buena, o mala, ambos siendo algo al final o simplemente pasando por alto que alguna vez se conocieron.

Él no quería perderla.

Él estaba enamorado de ella.

Sollozó muy por lo bajo, sus ojos azules se fijaban en los labios de la mujer entre sus brazos y pecho, se removió suavemente para querer salir de la cama ocasionando que la morena se remviera de forma incómoda.- Buenos días, cielo. -Dijo Robert mientras se sentaba en el filo de la cama buscando con la mirada su ropa interior.

Un jadeo así como un bostezo que ponían en evidencia su placentero sueño salieron de la boca de la morena seguido de una amplia y gran sonrisa.— Buenos días, cariño. —Le guiñó un ojo mientras buscaba sentarse en el colchón de la cama.

Pattinson sintió como su interior al escucharla, vagamente tuvo la idea de que en algún futuro no muy lejano podrían estar juntos, así, durmiendo en la misma cama como una pareja, dándose los buenos días.

Quizás era apresurado pero no le molestaría que fuera ella quien fuese presentada ante los reflectores como Magdala Pattinson. E incluso, no solo ellos como el matrimonio Pattinson, sino como familia.

Inclinó su torso hacia atrás para poder juntar los labios con los de la chica la cual le dio un beso corto.— ¿Cómo dormiste? —Preguntó Robert seguido de ponerse de pie con la intención de vestirse.

— Muy bien~—Canturreó la morena con picardía.- Solo que quiero seguir durmiendo.

— Dormirás en el auto, no te preocupes. —Dijo con gracia aquel varón de ojos azules. Moa divertida asintió.

Detrás de la cámara. © [Tom Felton] Where stories live. Discover now