Capítulo treinta y uno.

2.2K 217 59
                                    

Narrador omnisciente.

Una sonrisa que aseguraba por parte de Moa que había entendido y que estaba de acuerdo con lo que se le pedía fue lo que hizo que Tom sintiera un escalofrío pesado recorriendolo en una sensación que lo dejaba incompleto, que lo hacía sentir como la persona más miserable que pisara la tierra.

— Lamento que no pueda amarte, Moa. —Susurró el de ojos azules con una expresión lastimosa.

Moa quien había desviado la mirada para no verlo se volvió a este al escuchar esas palabras.— Yo no me lamento de amarte, tú no tienes que lamentarte de no hacerlo. —Fue lo único que dijo, la morena sintió como sus labios eran mojados por un sabor salado lo que hizo que se diera cuenta de que la gruesa capaz de lágrimas que cubría sus ojos se había roto y estas gotas de lágrimas se abrieron paso por sus mejillas.— Si no te molesta, Tom, me gustaría estar sola aquí.

Pidió, Felton se negaba rotundamente a querer irse así como se negaba a que las ganas de querer consolarla salieran de él. Muy en el interior, cegadamente, Tom quería tomar a la chica entre sus brazos para acunarla en su pecho y consolarla, quería no ser él el que causara el dolor que en esos ojos marrones se reflejaba.— Moa, yo...—Se quedó callado cuando notó que la mencionada se puso de pie alisando su ropa limpiando sus lágrimas así como el camino que habían marcado.

Una risa nerviosa y sin gracia salió de sus labios para sostenerla la mirada.— Linda noche, estrellada, fría con una hermosa luna ¿No lo crees, Tom? —Preguntó evitando que aquel rubio hablara mientras esté se preguntaba ¿Cómo es que era capaz de sonreírle?— Me hubiese gustado seguir hablando contigo pero comienza a refrescar... Iré a la cabaña, buenas noches.

Y en medio del silencio entre los dos con el ruido de los árboles moverse la joven caminó tratando de mantener su cabeza en alto, no quería, no debía, no podía bajarla pues algo le decía que Tom la seguía con la mirada desde la banca.

Y era cierto, Tom siguió con la mirada a la chica hasta que se perdió de su vista, observó un momento el lugar donde se había perdido, suspiró con pesar reacomodandose en la banca para observar el cielo ¿Por qué sentía un vacío en su pecho? Se maldijo así mismo por ver a Moa retener esas lágrimas traicioneras.

Todo lo que hizo y dijo fue lo que pensó durante el alpinismo, el chico suspiró con pesar, él hacía eso para no lastimarse él y a la chica, a ambos y si tan solo Moa entendiera.

Él quería a Jade.

Pero sin reconocerlo, era bien sabido que amaba a Moa.

Por otro lado, una mujer de piel canela apenas entró a su cabaña soltó un jadeo rompiendo en llanto mientras se colocaba contra la puerta dejándose de caer hasta topar con el suelo, liberó en sollozos pequeños el llanto, el dolor que había nacido en su garganta cuando Tom le había dicho aquellas palabras.

¿Realmente creyó de forma vaga que Tom en algún momento cedería a sus sentimientos?

Se sentía usada, eso sí ¿Fue por eso que tras ese encuentro no divisó ese brillo en sus ojos? Aunque para ser realistas...

¿En verdad tenía ese brillo en sus ojos?

— ¿Que ha pasado? —Preguntó una voz que aquella morena conocía bien haciéndole sentir un escalofrío, Robert desde el umbral de la puerta de la habitación estaba observandola con un semblante que denotaba culpa, tristeza y lástima.— Moony, amor... ¿Que ha pasado?

Detrás de la cámara. © [Tom Felton] Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora