Capítulo veintinueve.

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SE RECOMIENDA DISCRECIÓN.

Robert.

"Tom esta en su corazón, tendrás que luchar contra él"

Las palabras de Daniel resonaban en mi cabeza cada vez con mayor fuerza a tal punto de sentir un dolor chirriante en la parte de mi sien. Sentía como es que mi corazón había caído a mi estómago haciendome sentir una extraña y para nada grata experiencia.

Los labios de Moa se movían contra los de Tom quien soltó la mano de la chica, sus dos manos secuestraron el rostro de la morena a la que amaba para intensificar ese beso.

Quiero ser él.

No sabía cuanto envidiaba a Tom hasta que quise ser él quien estuviese tocando los labios de la morena en ese dulce beso, mismo que sentí que duró una eternidad hasta que se separaron.

Cerré la cortina de pedrería alejándome del kiosco en sigilo tal cual había llegado, apenas les di la espalda sentí que mi garganta estaba cerrada al punto de permitirme dar algún sonido.

¿Que podía hacer ahora?

¿Decirle que la vi? ¿Encararla? ¿Contarle mis sentimientos a pesar de saber que claramente, su respuesta sería un No?

Lo que era tristeza y dolor cedió a la cólera ante la simple idea de que aquel hombre de cabello rubio ocupase a Moa como un desliz vacacional ¿Es por eso que sentía que algo saldría mal? ¿Era por eso mi mala corazonada?

Traté de evitar a mis amigos cosa que fue fácil en realidad, necesitaba llegar cuanto antes a la cabaña.

Moa.

La noche había caído, durante toda la tarde Tom y yo nos perdimos por el lugar, jugando, hablando y cantando algunas cuantas cosas.

Llegó un momento en el que Tom y yo estábamos por irnos cada uno a su respectiva cabaña de no ser porque a ambos nos llamó la atención el kiosco que hasta el momento había visto en la lejanía.

— Aún no he ido allí. —Dije mirando aquel kiosco.

Los ojos de Tom pasaron de mi rostro al lugar al que me refería.— Vamos...

Sentí la mano del rubio tomar la mía para arrastrarme al Kiosco que poco a poco para mí se hacia imponente, un hermoso lugar iluminado en su plenitud con cascadas de luces amarillas y una cortina de pedrería, algo que me encantó en cuanto lo vi.

Pegué un brinco cuando al abrirnos paso entre la cortina en las bocinas que se encontraban ahí comenzó a sonar música, instantáneamente sonreí por ese toque.

— Es muy hermoso... —Tom me soltó para que yo caminara apreciando todo, me acerqué a una de las barandas del Kiosco que tenía vista al risco, mi estómago se encogió con emoción.

— Ya lo creo.

La música que se escuchaba era instrumental, regresé mis pasos a Tom acercándome a él cuando poco a poco comenzaba la mezcla de una tonada que me sabía de perfección.

— Que casualidad. —Tom me miró confundido.— Es de mis canciones favoritas.

Put your head on my shoulder.

Detrás de la cámara. © [Tom Felton] Where stories live. Discover now