Capítulo cinco.

3.4K 377 96
                                    

Moa.

Siempre que tenía la oportunidad de ver a Tom era un hecho que mi día estaría bien apesar de que tal vez tuviese una mañana de mierda.

Y últimamente comenzaba a verlo de forma frecuente, no me molestaba en absoluto pero me sentía mal, incómoda, muy en el fondo de mí lo sentía pues sabía que tenía novia.

Todo aquello que intentara, si es que me animaba algún día, sería olvidado y pasado por alto.

— Me agrada demasiado pasar tiempo contigo.

Escuché a Tom hablarme mientras su mirada de posaba en el mar.

Hoy, como un día cualquiera, Tom me había sorprendido proponiendome salir a ver el atardecer con la finalidad de aprovechar mi compañía y evidentemente, pasear a la pequeña gran cachorro.

Mi mirada se posó en su perfil, bendito sea la golden hour.

Podía ver su piel perlada.

— A mí también me agrada pasar tiempo contigo, Tom. —Susurré con una sonrisa pequeña.

— Sinceramente no sé porque nos alejamos.

Yo sí sabía.

— Fue nuestra administración. —Excusé.— Eramos adolescentes y algunos dependían todavía de una decisión paternal.

— Oh, claro. —Soltó una risa nerviosa, pequeña y corta.— Al menos hemos vuelto a hablar, te desapareciste un buen tiempo.

Sonreí sin mostrar mis dientes y sin hacer contacto visual con él, o más bien con su persona, miré al frente.

—Lo siento pero no estuve tan alejada.

— ¿Hablas en serio?

Asentí.— Bueno no. —Negué después.— Lo siento, no hay excusa solo... —Callé sin saber que palabras ocupar.

El silencio se instaló entre nosotros ocasionando que por nervio me riera.

No de una forma burlona, mi risa fue suave y cohibida.

Giré mi rostro para encontrarme con los ojos de Tom mirandome fijamente, una mirada tan profunda pero a su vez tan sincera y pura.

— Daniel sí estuvo ahí. —Salieron de mis labios esas palabras que al segundo me arrepentí cuando vi que el rostro de Tom se puso serio.— No, no me refiero a eso, yo... Mierda.

— Así como tú estuviste para mí, me hubiese hecho ilusión estar también para ti sí lo necesitabas, Olga.—Dijo con un tono de voz ronco, serio, sereno.

Ouch.

— No me llames así. —Fue lo primero en salir de mí. Odiaba ese nombre.

— Así te llamas.

— Sí pero tú no me llamas de esa manera, me dices "Magdala" ¡Y hasta eso! Muy rara vez me llamas de esa manera, siempre me dices "Moa".— Reproché.

— Así te llamas. —Volvió a repetir haciendo que yo frunciera el ceño.

— Ay ya cállate Felton, se supone que esto sería una salida divertida y estamos alegando por mi nombre.—Chisté.

El ambiente tenso que se había instalado se deshizo con unos segundos después. Suspiré pesadamente.

Sentí la mano de Tom colocarse en mi espalda, cerca de mi hombro y omóplato.— Es verdad, lamento eso, solo que me sentí atacado.

— No tienes por qué.

— Sí, sí tengo.

Lo miré confundido ¿Que razón podría tener él para sentirse así?

Detrás de la cámara. © [Tom Felton] Where stories live. Discover now