Capítulo cuarenta y nueve. | SEGUNDA TEMPORADA.

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Narrador omnisciente.

Los nervios invadían a Tom, el rubio tenía entre sus planes declararse ante su amada en la noche de Navidad cuando lograran estar solo en algún momento especial. Tenía que aparentar no sentir nada al respecto y como si aquella festividad fuera una más entre miles otras aunque no fuese así.

Los días de Diciembre comenzaron a pasar de forma extraordinaria, Moa y Tom habían comenzado a armar el árbol de navidad adornandolo entre pequeñas esferas así como huesos que eran como una representación de Willow en aquel pino.

Que rápido había pasado el tiempo.

Eso era lo que en la mente del actor yacía repitiendose una otra vez mientras sus ojos se posaban en la coqueta morena que no dejaba de admirarse frente al espejo, con una de sus camisas negras Moa parecía inclinar una pierna más que la otra modelando para ella misma. Tom se deleitaba en cuerpo y alma de ver a la mujer que amaba y a la que realmente le enseñó a amar, no todos corrían con la suerte de tener un amor tan puro como el que ella le entregaba a él y viceversa y por eso mismo era especial.
El curioso y sincero amor que se tenían había traído consigo un pequeño ser que dentro de unos escazos cuatro meses más estaría entre sus brazos.

Muchas veces no era tiempo sino la química la que solucionaba todo, en los años que pudo tener de relación nada nunca se compararía con la que ahroa tenía con la mujer de piel tostada, y a ella no la cambiaría por nada. Una risa suave lo sacó de su trance haciendolo ser consciente de la traviesa mirada que Moa tenía para él a través del reflejo del espejo.

— ¿Me veo bien? —Preguntó Magdala pasando con calma sus ojos del reflejo de su novio a su propio cuerpo percatandose de como es que en el area del vientre pequeñas estrías hacían acto de presencia cada vez más conforme los días pasaban. Nunca fue tan insegura pero manteniendose en aquel amargo mar de Internet con la vulnerabilidad emocional que se cargaba a causa de las hormonas alteradas y, el odio que recibía, la volvía tan frágil haciendose cuestionar si en esos momentos Tom estaba con ella por el bebé que esperaban.

Puede que fuera tonto pero para lo que uno podía ser un tesoro, para otros simple basura.

— Eres la mujer más hermosa que puede existir.—La forma airosa en la que Tom mencionó aquella la hizo sonreír por lo bajo. Soltando su cabello ondulado cerró sus ojos unos segundos para dirigirse a la cama en el camino que ya se sabía de memoria.— Que no camines así, Magdala. —Y la severidad llegó a su voz.

Acciones como esas calaban a Tom de una forma impresionante, un segundo podía ser el ser más dulce que pisara el planeta y al otro la persona más amarga y enojona, pero es que Moa no se daba siquiera una pequeña idea de lo muy nervioso que ponía a Tom el que hiciera acciones como esas que en un mal movimiento podían terminar en algo trágico.

Sus ojos marrones se abrieron dejando ver esa brillosa capa delgada de lágrimas que se cristalizó en sus ojos ante la forma "tosca" en la que su novio le había hablado. Felton se percató de eso y simplemente negó un poco cansado.

— No era mi intención hablarte así cielo, solo que sabes lo mal que me pone que camines con los ojos cerrados o sin cuidado. —Moa no dijo nada simplemente asintiendo en silencio para escurrirse entre las sábanas de la cama, Tom, quién yacía preparado para dormir extendió uno de sus brazos como invitación a su novia para que se acurrucara pero no pasó. La morena le dio la espalda con el sentimiento de regaño en su ser.

Detrás de la cámara. © [Tom Felton] Where stories live. Discover now