CAPÍTULO 6.

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Capítulo 6.

Ética. 

FRIEDRICH. 

—¿Usted cree que con veintitrés años está capacitado para enseñar? 

—Eso y mucho más, señor—respondo serio. 

Me pone mala cara y se retira. 

Mi humor está del asco y estos idiotas lo incrementan aún más. 

Hoy me encuentro en el salón para cumplir con la sustitución. Cuando llegué me hicieron miles de cuestionamientos como este para probar si soy o no apto para dictar clases. Lo cual me hinchó las pelotas. 

Viejos prejuiciosos que creen que por ser quienes son, serían los únicos capaces de enseñar. 

Nadie sabe de lo que soy o no capaz.

Prefiero callarme y seguir con lo mío. Las bocas se cierran con hechos, no con palabras. 

En mi mente imagino mil maneras de masacrar a toda la institución por joderme las pelotas. Me exasperan. 

Con toda la poca paciencia que tengo, miro mi reloj y me tomo el tiempo de leer cada nombre del listado de alumnos...

Cavalcanti. 

Como lo pensé. Era obvio. Al fin y al cabo es hija de la directora... 

Oigo como algo impacta contra el suelo y dirijo mi vista hacia allí. Veo unas carpetas esparcidas por todo el suelo y a una mujer que me mira perpleja. 

—¡¿Aquí también te encontraré?!—me ladra. 

No me sorprende, intuí que tarde o temprano llegaría. Encojo mis hombros y me levanto para ayudarla a recoger sus cosas. Ella inmediatamente se agacha y evita que lo haga. 

Ruedo los ojos. 

—Buenos días, Kaela—la saludo. 

Bufa. 

—¿Eres el nuevo profesor? 

—En efecto. 

—¿Por cuánto tiempo? 

—Unas... Dos semanas según lo que firmé. 

Abre la boca para decir algo pero unos murmullos la detienen. Ambos miramos a la puerta y vemos—supongo—estudiantes los cuales entran como si fuera que hacen un gran esfuerzo por vivir. Básicamente con más ganas de morir que de vivir. 

Creo que todos somos el alumnado.

—Creo... Me iré a mi asien... 

—¡¿El señor Schuhmacher?!—gritan, la misma morena que me encontré en la galería hace unos días, viene hacia nosotros y me saluda con la mano—¿Serás nuestro profesor suplente? 

Asiento. 

—¿Te quedarás mucho?—pregunta. 

Abro mis labios para responder, sin embargo la rubia se me adelanta. 

—Esta y tres clases más, solamente—se pone detrás de ella y la empuja suavemente—Vamos, debemos ir hacia nuestros asientos. 

Levanto las cejas y ladeo mis labios hacia el costado. Cierro los ojos por un segundo mientras se van y vuelvo a mi asiento. 

—Buenos días. Soy el profesor sustituto. Mi nombre es Friedrich Schuhmacher—me presento. 

Oigo murmullos poco positivos y comentarios algo explícitos hacia mi persona. Me cruzo de brazos y ruedo los ojos. Miro a los alumnos y detengo mi vista en la dueña de la cabellera rubia. Ella también lo hace. 

El arte de la tentación [En edición]Where stories live. Discover now