CAPÍTULO 40.

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Capítulo 40.

La segunda rata.


FRIEDRICH.

Ya me deshice de una rata y ahora estoy a punto de eliminar a otra.

He venido al departamento al que se suele quedar cada que viene a Australia todos los días desde la cena del aniversario de mis padres, pero nunca lo encontré. Sin embargo, quizás, hoy sea mi día de suerte. Porque apenas toque su puerta, me recibió como si nada hubiera pasado.

—Oh, querido primo, ¿qué te trae a mi amada morada?

Idiota.

Ni siquiera me tomo la molestia de saludarlo, lo empujo para que se haga a un lado y entro al lugar.

—Siempre tan amable conmigo... Y pensar que casi eras mi primo favorito. — Suspira— ¿Qué quieres?

Pienso en decirle: "Romperte la maldita cara de Schuhmacher" porque el maldito y yo tenemos las mismas similitudes, al igual que con Mark y todo varón Schuhmacher de la familia. Podríamos ser hermanos sin ningún problema, pero aún así, no me importaría desfigurársela. Sin embargo, me abstengo de soltar algún comentario agresivo, al menos por ahora.

—Adivina.

Se encoge de hombros.

—Tendrás que ser más claro.

—Aléjate de Kaela.

—¿Por qué?— pregunta con un tono desinteresado.

—No te hagas el idiota, sabes porque— suelto la mas tranquilo posible—. No quiero que se vuelva a repetir lo de hace unos días, ¿me oíste?— Me paro justo en frente suyo, haciendo que tire su cabeza un poco hacia atrás ya que soy unos cuantos centímetros más alto que él— No quiero verte cerca de ella.

—Ay, primo es lamentable que me pidas eso, ¿acaso la quieres solo para ti?, ¿no te gusta compartir?— Sonrie como un jodido demente.

¿Realmente este tipo comparte sangre conmigo?

—Pero... no te culpo, primo. Una belleza como esa seria dificil compartirla. Si fuera mia la tendria atada en mi cama y no la dejaria ver la luz del sol. También vi sus tetas por instagram, esta jodidamente buena. ¿Ya se las probaste? Se debe sentir muy bien tu polla entre esas tetas grandes y firmes. Es como una actriz porno. ¿Y esos labios? Apuesto que chupa la polla como una maldita puta.

Un momento estamos en medio del pasillo de su entrada y en el otro el se encuentra presionado contra una pared con mis manos sobre su cuello y mis dedos hundiendo su tráquea impidiendo el pase de aire.

Él forcejea, pero no tiene la misma fuerza que yo. Así que sonrio, se ve vulnerable bajo mis manos.

—Escuchame, maldito enfermo. Te vas a alejar de ella como la buena perra obediente que eres. Porque si me entero que te acercaste a ella, al menos a unos pocos centimetros, toda la maldita vida que te construiste se ira a la mierda. No me importa quien seas.

—¿Quién eres tú para amenazarme?— escupe con la voz entrecortada por la falta de aire—, si eres un asqueroso pusilánime que abandonó un gran puesto para hacer pinturitas que son una mierda. Te apuesto a que ves un arma y sales corriendo como la marica que eres.

Mis manos se aprietan mas fuerte sobre su cuello, produciendo que su rostro se torne de un tono rojizo.

—No me subestimes, Luca.

El arte de la tentación [En edición]Where stories live. Discover now