EXTRA 1.

6.5K 463 57
                                    

KAELA.

Aún no entra en mi cabeza que una pequeña personita está creciendo dentro de mi vientre.

Al principio permanecí en shock durante unos segundos pero eso fue reemplazado por la ilusión.

En un segundo mi mente había plasmado miles de escenarios a futuro que me emocionaban más de lo que debería.

Unos minutos después mi mente se tornó negativa ya que pensé en todos los peligros que podrían existir en base a traer un niño al mundo, pero Friedrich, a pesar de aún no caer ante la idea de que finalmente íbamos a ser padres, él me ayudó a cambiar mi perspectiva sobre el mundo, mi mundo.

Seis meses después ese pensamiento fue totalmente destituido por puro y exorbitante amor.

Lo único en lo que puedo pensar son en las ansias que tengo de finalmente tener a este hermoso niño en mis brazos —Si, es un niño—. Con Fried no nos importaba que iba a ser nuestro pequeño, sin embargo, me emociona la idea de tener a un pequeño por la casa.

Me emociona aún más saber si se parecerá a Friedrich o a mi.

O será una mezcla entre ambos.

Eso está en apuesta hasta ahora.

Me faltan tres meses para finalmente saberlo.

Otra cosa es que no puedo creer que con seis meses mi vientre es enorme. Este niño es más grande de lo que debería.

Además de que dentro del vientre me agota como si estuviera afuera.

Ni siquiera me quiero imaginar que tan demonio será una vez nacido.

Las últimas semanas lo único que he hecho ha sido permanecer en la cama. Camino, me canso, voy al baño, me canso, cocino, me canso.

No me importa que haga, siempre estoy cansada.

Excepto cuando como.

Podría comer todo el tiempo, a cada hora.

Lo único que hago es comer y dormir todo el día.

Nunca procrastine tanto en mi vida.

Un ligero movimiento en mi vientre me obliga a bajar mi vista sobre él.

Instintivamente llevo mis manos a donde él se encuentra.

El pequeño demonio se está moviendo.

Se mueve mucho, a toda hora.

A lo lejos escucho un ronroneo y poco después el colchón se hunde por la fuerza de pequeños pasos. Ni siquiera miro al pequeño felino que camina así a mi para acurrucarse sobre mi estómago.

Desde que mi vientre comenzó a notarse, Salem vive acostándose sobre él.

Parece a gusto con que un pequeñito esté creciendo allí.

Y al parecer a él también le gusta, porque cada que el felino se acurruca sobre él, mi pequeño se sacude.

Quiero creer que de alegría.

—¿Otra vez ese gato está encima de mi hijo?— la voz de Friedrich me hace despegar los ojos de mi vientre para verlo a él parado justo en la puerta de la habitación con los brazos cruzados y los ojos entrecerrados.

Friedrich siente un poco de rencor con Salem porque desde que estamos esperando a nuestro hijo, él no ha dejado de tocarme el vientre desde entonces a la espera de ser el primero en hacer que él se moviera, pero nunca ha obtenido resultado.

El pequeño a los primeros meses decidió que el mejor momento era cuando yo tenía a Salem sobre mi estómago mientras él se estaba duchando.

El demonio decidió moverse por primera vez ante Salem y no con Fried.

El arte de la tentación [En edición]Where stories live. Discover now