EXTRA: LOS CAVALCANTI EN ITALIA.

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Extra

Kaela, 12 años.

Acomodo mis pinturas cuando oigo gritos provenientes del piso de abajo. Frunzo el ceño y me acerco a mi ventana que da contra el patio que rodea la finca familiar. Escucho de nuevo a mi madre gritar y me preocupo, jamás la había escuchado gritar así... tan desgarradoramente.

Me acerco a la puerta de mi habitación con cautela. En mi visión me encuentro con Massi, quien lleva una cara de preocupación. Para que lleve esa cara, significa que algo muy malo está pasando. Decido cruzar el umbral de la puerta para acercarme a él y tomarlo por los hombros.

—Oye, ¿Que sucede?—lo miro fijo, noto que está hiperventilando, su respiración está muy acelerada y se ahoga—, respira lento... te va agarrar un ataque de asma—lo ayudo a regularizar su respiración, acompañándolo con suaves respiraciones —, eso es...—lo obligo como puedo a que se siente en el suelo, ya que me lleva como tres cabezas—, ¿Estas mejor?

Suspiro con alivio cuando noto que su respiración se ha regularizado. Cuando éramos más pequeños, sus ataques de asma eran muchos más frecuentes y con el tiempo aprendí a cómo ayudarlo para sobrellevar cada episodio junto a él. Muchas veces teníamos que cargar inhaladores encima, por si tenía un ataque repentino.

—Ya estoy mejor, gracias, girasole.

Sonrio al escuchar ese apodo tan cursi. En verdad odio ese tipos de cosas, pero me acostumbré a ese. 

—¿Qué sucede abajo?

—Intentaron matar a padre.

Ahora soy yo a quien se le altera la respiración y a su vez sintiendo como un gran nudo comienza a formarse dentro de mi garganta. Quiero hablar pero no salen las palabras.

—La persona que logre acabar con su vida, pasaría a estar en su lugar—dice, mirando a un punto fijo en la pared del pasillo en el que nos encontramos—, pero no lo lograron, primero intentaron envenenarlo y hoy lo hirieron con una bala, pero el tiro no fue certero—explica con mucha tranquilidad mientras yo intento asimilar todo—, no sé sabe quien carajos es, lo cual es ilógico y no cabe en mi cabeza.

>>Pero... eso no es lo que importa, dejaron una amenaza, anónima, diciendo que no importaría a quienes matase para llegar a la muerte de Francesco Cavalcanti con tal de tomar todo su poder. 

—No, no entiendo...

—Que si tienen que pasar por arriba de uno de nosotros para tomar su lugar, no lo dudaría ni un segundo—responde y siento como mi cuerpo se congela tras oír eso—, no tendrán piedad. Podrían envenenar la comida para matarnos a todos si es necesario—dice con esa frialdad que lo caracteriza.

Lo escucho hablar, pero no le presto atención, aún sigo procesando sus palabras. ¡Nos quieren matar!. Mi mundo se enceguece, mi corazón late con deprisa y no puedo dejar de pensar en mi familia. De tan solo pensar en las posibilidades, todo a mi alrededor se desmorona.

Aún escucho voces en el piso de abajo, pero no tengo el valor de bajar. No quiero involucrarme en esto. Aunque de todos modos ya es tarde, padre nos ha preparado para esto toda nuestra vida.

—¿Y Chloe?

—Vengo de verla, se encuentra en su cuarto tomando una siesta. Yo quería chequear que todo esté en orden y estaba intentando entrar al tuyo, pero la presión fue más fuerte y casi sufro de otro ataque de asma.

Me duele ver a mis hermanos en esta situación... tan vulnerables, y más el saber que ahora nos encontramos en un verdadero peligro. Agarro la mano de mi hermano y entrelazo nuestros dedos, me siento tensa, por lo que le doy varios apretones que a él no le molestan.

El arte de la tentación [En edición]Where stories live. Discover now