CAPÍTULO 50.

6.7K 446 79
                                    

Capitulo 50.

Costumbre.

KAELA.

Me he tomado seis sesiones de tres semanas para contarle finalmente a Friedrich que he decidido hacer terapia.

Se me acaba de ocurrir hacerlo justo ahora que acabamos de follar, por un segundo creí que era el momento más oportuno para soltar algo así.

—Empecé a hacer terapia hace tres semanas.

Él me observa sorprendido, mientras aún se encuentra dentro mío. No sé como interpretar su asombro, ¿es porque está sorprendido de que al fin lo estoy haciendo o es porque lo estoy soltando justo ahora?

—Eso es muy bueno...— dice cuando sale de su estupor— ¿Y por qué después de tantos días me lo dices ahora?

—No me sentía lista para contártelo— susurro.

No tengo idea porque, pero quería esperar.

Durante estas tres semanas, me he comenzado a sentir medianamente normal.

¿Sobre pienso absolutamente todo?

Ahora no tanto.

En las noches casi ni dormía porque pensaba mucho sobre todo por lo que había pasado. Ahora uso mis cuatro horas de terapia para pensar en voz alta mientras Antonia me escucha y me aconseja.

Gracias a eso mis horas de sueño se han extendido, aunque hay noches en las que me despierto repentinamente a ciertas horas, pero no tardo mucho en volver a dormirme.

Friedrich aguanta su peso sobre sus antebrazos mientras me da un repaso con sus ojos hasta fijarlos en los míos.

—¿Quién es tu terapeuta?, ¿es bueno contigo? Necesito que me pases su contacto para comunicarme con el lugar y determinar si es seguro o no...

—¡Friedrich!— interrumpo—. Está bien, es alguien de confianza, ya tengo experiencia con ella.

Entorna sus ojos.

—¿Y cómo te está yendo?

—Ya no tengo que estar fingiendo por las noches que duermo más de lo que me mantengo despierta.

—Bueno... he notado ese cambio. Ahora si no puedes dormir lo manifiestas. Pero últimamente te escuche roncar más de lo normal.

—¡¿Qué?!¡Yo no ronco!

—Oh, si que lo haces. Y muy fuerte — Sus labios se curvan en una burlona sonrisa.

No, imposible.

Jamás nadie me había dicho que ronco.

—¿Cómo es que nunca me lo dijiste?

—La verdad es que no me molestan, así que no creí necesario mencionarlo.

—Eres la primera persona que me confiesa que ronco. — Frunzo los labios.

Su sonrisa burlona aún permanece en su rostro mientras medio suelta una sutil, corta y gruesa risa.

—Volvamos a lo importante. — De pronto cualquier expresión de burla, es sustituida por habitual seriedad—. ¿Cómo fueron estas últimas tres semanas?

Medio me encojo de hombros.

—Antonia, mi terapeuta, me hace practicar unos ciertos ejercicios para llegar a la aceptación.

Frunce el ceño.

—¿Aceptación?, ¿por qué?

—Nada importante —digo rápidamente—. Solo unas pequeñas cosas erróneas que me estaban pasando por la cabeza. Mi mente llegó a tergiversar unas cuantas cosas.

El arte de la tentación [En edición]Where stories live. Discover now