CAPÍTULO 61.

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Capítulo 61.


Tres días antes.

KAELA.

Me despierto sobre una cama que no conozco, algo somnolienta y sumamente desorientada. Cuando observo a mi alrededor, no reconozco absolutamente nada de la habitación.

¿Dónde estoy?

—Finalmente despiertas.

Esa voz... al oírla me trae un gran deja vù.

Intento levantarme de la cama, pero algo tira de mi muñeca, impidiendome a que lo haga.

¿Que...?

Algo frío y ajustado con una cadena se aloja a nivel de mi muñeca, sigo en dirección a la cadena y veo que esta está asegurada en el respaldo de la cama. Mis ojos viajan hacia el tipo que se encuentra parado en frente mio.

¿Qué está sucediendo?

Con mi mano libre refriego mi rostro, ¿esto es un sueño? Parece una extraña pesadilla.

—Estás despierta, Kaela y muy lucida. — Me informa, lo cual hace que me quede unos segundos en silencio observando al dueño de esa voz—. Sabes, se supone que eres lista— dice moviéndose en la habitación de un lado al otro—, siempre te creí inteligente, lo suficiente como para saber que yo no me quedaría de brazos cruzados después de todo lo que me hiciste. Pero al parecer eres bastante estúpida.

La manera en la que habla y se expresa, es totalmente desconocida para mí, como si fuera otra persona.

Y le sale tan natural, tan propia... Como si fuera su verdadero yo.

No reconozco al tipo que tengo en frente mio.

Poco a poco la conciencia plena va tomando claridad en mi mente y comprendo toda la situación.

—¡Me secuestraste!

—No te secuestre, solo te traje a donde perteneces.

—Sigue siendo secuestro.

—Llámalo como quieras.

—¿Qué demonios quieres de mí?

—Solo a ti, amore.

El que pronuncie ese apodo que uso conmigo toda la vida desde que nos conocimos me causa escalofríos y repulsión.

—¿Y por eso me tienes encadenada en la cama?— me tiembla un poco la voz.

—Es solo para que no intentes escapar.

Se abalanza bruscamente hacia la cama y yo me hundo en el colchón con pánico.

Su cuerpo cubre el mío pero sin tocarme. Él se sujeta con ambas manos.

—Dime que demonios quieres conmigo.

No contesta, solo se ríe como si hubiera contado el mejor chiste que ha escuchado en su vida.

—Buena pregunta, Kaela, ¿qué quiero contigo?

Aún riendo, sacude su cabeza, se levanta de la cama y camina en dirección hacia la puerta.

—¡¿Por que me tienes aquí?!— grito

—Paciencia, amore— dice una vez que abre la puerta y sale de la habitación dando un portazo.

—¡Maldito hijo de puta!

No responde pero sé que está ahí ya que escucho el sonido de la llave en la cerradura siendo cerrada.

Y así es como me deja encerrada en esta habitación durante horas sin agua ni comida.

El arte de la tentación [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora