CAPÍTULO 25.

9.8K 491 138
                                    

Capítulo 25.

Entre alcohol, espuma y golpes.


KAELA. 

—Entonces... ¿Tú nombre era...?

—Ludovica ¡Ya es la tercera vez que te lo digo!

—Lo siento— rie—. Bueno, roto el hielo, ahora me atrevo a preguntar si estás con alguien.

—¿Me ves acompañada?

—Buen punto, me extrañaría que lo estés, porque ¡Vamos! hoy en día ¿Quién carajo tiene pareja en pleno 2021?

—Kaela— responde.

Abro los ojos más de lo normal tras oír mi nombre de la boca de mi amiga. La maldita está buscando el camino de la muerte.

—Shh...— susurra Edik, bastante alto a decir verdad— que ella está presente y mi mejor amigo la acompaña. Y ya sabes...— veo por el espejo que hace un gesto obsceno con los dedos.

Fried y yo carraspeamos a la vez y nos miramos incómodos. 

—Ay, por favor— Lou acerca su cabeza entre los asientos de adelante para hablarnos—, no se hagan los incómodos que acá todos sabemos que se conocen hasta el duodeno.

—Lou, cariño, cierra. Tu. Hermosa. Boca— digo entre dientes con una falsa sonrisa.

—Ay, con confianza, aquí no los juzgamos, al contrario, estamos para apoyar lo que sea que estén teniendo.

—Apuesto lo que sea que antes de pasar por nosotros se comieron de las mil maneras posibles otra vez.

—No— digo.

Friedrich me mira de reojo un momento, me da una mirada acusadora y gesticula un "mentirosa"

Yo lo miro mal y vuelve a centrarse en el camino. 

—Claro, si, porque el que tardarán en pasarnos a buscar fue porque se estaban haciendo trencitas en tu departamento y eligiendo que carajo se iban a poner.

—¿Y tú cómo sabes que él estaba en mi departamento?— me volteo a verla.

—Edik me lo dijo— dice dándole un trago a la botella que lleva consigo.

—Por favor, dejen de tomar que van a llegar ebrios a la playa— pide Friedrich.

—Relájate, Friedrich— da otro trago—. Yo tengo aguante ¿Y tú Edik?¿Lo tienes?

—Por supuesto.

Ruedo los ojos. Creo que va a ser una noche muy larga.

Después de haber salido de mi departamento, primero pasamos por Edik y luego por Lou. Salimos como veinte minutos tarde y Ludovica se pasó medio camino reprochándonos porque vamos a llegar bastante tarde a la playa.

Si supiera que fue por un bien mayor...

Igual lo sabe, pero no sabe como realmente fue.

Desde que subieron al auto ambos se tomaron como dos botellas de no sé qué bebida porque no me interesó saber. Y se la pasaron riendo y coqueteando como si fueran amigos de toda la vida.

Después de media hora, llegamos a la playa. Como una hora tarde, pero lo hicimos. Friedrich estaciona mi auto —manejó él— y bajamos para dirigirnos a la entrada del lugar.

Avanzamos entre la arena y quiero maldecir a los mil demonios por haber sido tan estúpida por ponerme unas sandalias con tacones altos. Cada que doy un paso se me doblan los malditos tobillos. 

El arte de la tentación [En edición]Where stories live. Discover now