CAPÍTULO 14.

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Capítulo 14.

Su arte.

KAELA.

Llegó el viernes. Por la tarde viajaremos hacia la playa. Nos alojaremos en un hotel  y lo único que sé es que las madres tienen planeado ir hoy, así descansamos en la noche y disfrutamos el sábado y domingo. 

Respiro hondo mientras ayudo a Lou a guardar su ropa en su maleta, ella viajará a la finca de su familia, al final. Hoy se la ve entusiasmada y con el ánimo mucho mejor que el de hace dos días. Y eso me alegra, estuve pendiente de ella todo el tiempo, me quedé a dormir en su casa y le hice compañía. Me entretuve tanto con ella que casi había olvidado mi beso con Friedrich.

Creo que también fue una distracción pasar tiempo con Lou aunque no me necesitara. Porque yo no le hacía falta, eso estaba claro, pero yo si la necesitaba a ella. Así que me quedé con la excusa de hacerle compañía hasta que se fuera a la finca. Está claro que Intento echarme unas reiteradas veces, pero yo me negué, no quería irme a casa y estar sola. Porque eso significaría estar horas y horas reflexionando sobre lo sucedido, entonces preferí pasar con ella. Lo único, es que fui a mi casa por unos minutos, acompañada por ella, para alimentar a mis mascotas y darles un poco de amor.

—Aún no me dijiste porque estás acá y no en la universidad. 

Tras oír eso, suelto la prensa que encontraba en mis manos y la mira fijamente. Trago la saliva que se acumuló en mi boca, gracias al estupido nerviosismo. Tengo la boca llena de saliva, pero la siento demasiado seca.

¿Qué digo?

Me mira con una ceja enarcada, me conoce demasiado bien como para descifrarme y saber que ahora estoy algo inquieta.

Respiro hondo y me enderezo. Agarro la prenda que hace unos segundos se me cayó y vuelvo a doblarla.

—Al final, había aprobado el examen— proceso a explicar—, no era necesario ir. Por suerte— finalizo uniendo mis dos manos mientras miro al techo.

—¿Lo llamaste?

Niego.

—¿Y cómo te enteraste?

¿Lo digo? 

—Me lo encontré en la galería— respondo y aparto la mirada.

—¿Por que apartas la vista?—vuelvo a mirarla y entrecierra los ojos—¿Que escondes?

—Nada—le resto importancia.

—Kaela, estás en mi casa desde hace dos días con la excusa de que querés hacerme compañía, cuando ambas sabemos que yo estoy perfectamente—mira hacia otro lado—, bueno o eso creo— sacude la cabeza—. Tú no estás aquí solo por mi ¿Qué pasó antes de que yo llamara?

¿Se lo digo?

Yo intento olvidarme y pensar que jamás sucedió, porque si le doy más vueltas al asunto no me olvidaré jamás de ese fascinante beso. 

Quiero apuñalarme.

Encima, soy tan estúpida, porque yo fui quien lo besó gracias a mi impulso de idiotez. 

Bueno, ya está.

—Nada, solo fui a comprar pintura y luego besé a Fredrich— digo sin perder el aliento—. ¿Sabías que Edik vende pinturas súper económicas...?

Tiene los ojos muy abiertos.

—¿Qué?— pronuncia lentamente. 

—Que Edik vende pinturas súper económicas.

El arte de la tentación [En edición]Where stories live. Discover now