EXTRA 2.

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KAELA.

13 años.

Esta bien, este fue mi primer día de clase en una nueva escuela... otra vez y no estuvo taaaaan mal. Mentira, si lo estuvo, me contuve unas tres veces para evitar llorar por comentarios horribles que recibí.

Criticaron mi acento, mi cuerpo e hicieron comentarios obscenos sobre mis senos. Porque a diferencia de otras niñas de mi edad, los míos son bastantes voluminosos y llaman mucho la atención.

Los odio, realmente los odio, como también odio mi cuerpo.

Odio este colegio, odio a mis compañeros, odio a Australia.

Odio, odio, odio y más odio.

Extraño Italia.

Oh, padre ¿Cuándo será seguro volver?

Sé que falta mucho para hacerlo y aunque no quiera, debo adaptarme a esto. Ya va año y medio de soportar burlas y comentarios desagradables.

A veces me dan ganas de golpearlos, en serio.

Hoy mientras contenía mis lágrimas, también me contenía por no dislocarle un hombro a uno de los idiotas que me molestaba o tal vez partirle la nariz o dejarlo inmóvil en el suelo. Lo que sea que llegué primero. Podría haberlo hecho, pero preferí calmarme y actuar como si nada me afectara.

Y en definitiva si me afectaba.

Frustrada miro hacia la ventanilla del coche apreciando el paisaje de la ciudad mientras me acomodo en mi lugar. Junto a Chloe estamos volviendo del instituto. Ella a diferencia de mi, vuelve con una sonrisa.

Pero claro, como no iba a estar feliz, este es su último año de primaria. Según dice que está emocionada porque empezará la secundaria en unos meses.

Niña, que ilusa eres.

Capto movimientos de Chloe por el rabillo de mi ojo y me giro para verla.

—Nana, ¿podemos pasar por un helado antes de ir a casa?

Nuestra nana se da la vuelta para verla y le sonríe.

—Claro, nena. Tú, Kaela ¿Quieres uno?

—Si, porque no...— digo sin interés.

Al rato nos detenemos en una heladería con carteles llamativos y una estatua gigante en forma de helado. La veo y ahora en definitiva quiero uno.

Mientras bajamos del coche acomodo la falda de mi uniforme y camino detrás de Chloe que salió disparada hacia el mostrador para ver todos los sabores de helado.

Ambas pedimos nuestros gustos favoritos y esperamos a que nos entreguen nuestros respectivos helados. Nana nos pidió que los terminemos antes de subir al auto, así que nos quedamos un momento paradas en la entrada de la heladería para terminarlos.

Chloe me charla de su día y los geniales que son sus amigos.

De vez en cuando ruedo los ojos mientras la escucho.

—Chloe, la secundaria es un asco— le digo cuando nombra que ya quiere empezarla.

—No porque sean malos contigo quiere decir que también lo sean conmigo. No todos son iguales.

Me quedo quieta antes de llevar el helado a mi boca, su comentario de alguna manera me dolió.

La observo alguno segundos esperando a que se retracte o al menos se disculpe, pero nada sale de su boca.

Suspiro.

—Si, como sea— me alejo de ella dejándola con Berta para cruzarme y desechar el helado por ahí e irme al coche para esperarlas.

El arte de la tentación [En edición]Where stories live. Discover now