CAPÍTULO 36.

8.3K 514 98
                                    


Capítulo 36.

Tócame.


KAELA.

La cena fue breve. Concluyó luego de unos minutos después de que todos los Schuhmacher se habían posicionado en la mesa. Y debo confesar que toda la hora que estuve sentada allí me sentí nerviosa e incómoda.

También perseguida por miedo a que alguno de los adultos ate cabos y descubra nuestro secreto. Todo era peor porque se mantuvo sentado a mi lado toda la hora.

Ni siquiera luche por echarlo, no se iba a ir.

Lo bueno era que Luca ya no me miraba, pero sentía que cuando me descuidara iba a volver a poner sus grandes ojos azules sobre mi y mostrarme esa sonrisa maliciosa que plasmó desde que llegué.

De tan solo pensarlo, me da escalofríos.

A ver, Luca solo me mira, no se propaso conmigo en ningún momento. Y creo que estoy siendo un poco exagerada por alterarme por eso. Es decir, vamos, doy por sentado que cualquiera en mi lugar se sentiría bendecido por el hecho de que un Schuhmacher le de atención, Luca posee el mismo atractivo que sus primos, cabello negro, facciones pronunciadas, una suave capa de barba bien prolija y tiene unos ojos bastante azules como los de Friedrich. Tiene todo lo que se necesita para que no puedas despegar tus ojos de él.

Pero yo no puedo caer en sus encantos, me da mala espina. No me ha dado motivos, pero su personalidad no me parece muy agradable, al menos hasta lo que él ha mostrado, quizá si lo conozca un poco más me de cuenta de que estoy equivocada.

Solo que lo dudo, no me interesa conocerlo, prefiero quedarme con la versión que Edik y Friedrich me contaron esa noche.

"—Es un idiota" dijeron, y no dudo en creerles.

Además, como actúa Friedrich cuando él está cerca es inquietante. Ni siquiera a su propio primo parece agradarle. Me pregunto que pensara Mark, él se veia cómodo mientras charlaban, bueno, cómodo hasta que Friedrich le dijo telepáticamente que se lo lleve del comedor, en ese instante a Mark se lo ve inquieto.

No tengo idea que se habrán dicho. Ni que ha hecho Friedrich. Solo se que se altero, ya que su voz se escuchaba un poco fuerte desde el comedor, pero apenas se distinguían sus palabras.

Cuando volvió todo parecía normal. Es bueno actuando.

Por el agobio que me produce la gran mesa, me obligo a levantarme para ir al baño. Debo dejar mi paranoia a un lado. Nada sucederá. Nadie hará nada.

La puerta del baño ya casi está cerca, por lo que cuando levanto mi brazo para abrirla, una mano me detiene tomando mi otra mano libre. El nuevo tacto no lo conozco, está piel áspera jamás la había tocado. Giro rápidamente mi cabeza para ver quien es y todo mi cuerpo se congela.

—¡Espera!— dice gentilmente cuando intento quitar mi mano de la suya.

—¡¿Qué demonios haces?!— no me deja soltar mi mano.

—Disculparme.

Mis cejas se elevan hacia mi frente, no esperaba eso de su parte.

—¿Podrías soltar mi mano?— pregunto más despacio pero no menos relajada.

Él hace caso omiso a mi petición y gira su cuerpo frente al mío, aun con su mano apresando la mía.

—Lamento haberte incomodado todo este tiempo — su voz parece suave y genuina.

El arte de la tentación [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora