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Camila

Le mentí.

Le mentí otra vez y cuando se entere, va a odiarme. ¡Y con razón!

Con mucha razón porque soy una mentirosa.

Pero... sólo si se entera. Y no lo hará, ¿cierto? Cierto. No tiene cómo.

Resoplo antes de darme vueltas en la cama porque me enoja no poder dejar de pensar en eso, en que no le dije la verdad lo que pasó esa tarde en el departamento de Nicholas, ¿y desde cuándo me genera tanta culpa una mentira piadosa?

Porque eso fue. Una mentira piadosa. ¡Y necesaria! Porque honestamente... ¿Qué iba a decirle? ¿Que me acosté con él? ¿Y que encima lo hice sólo por tener ganas? Por favor. Lauren no querría volver a hablarme nunca más y no voy a arriesgarme a pasar otros dos meses sin hablar con ella. No me conviene que lo sepa ahora. Ni nunca.

De sólo acordarme cómo me lo volvió a preguntar en la fiesta de Aiden hace que quiera enterrarme bajo tierra, y eso que no soy ninguna cobarde, pero lo que me da rabia es que Nicholas se atreviera a sembrar la duda cuando sabe perfectamente que tampoco le conviene contar nada, ¡y yo tuve que arreglarlo! Porque claro, él estaba demasiado ocupado coqueteando con su nueva novia mientras yo... Bueno, yo también coqueteaba con otra persona.

En fin.

Me gusta pensar que acostarme con Nicholas es parte de mi desintoxicación. Así es como voy a llamarlo a partir de hoy. Una desintoxicación de algo contagioso y letal como una bacteria. Fue algo que busqué, que conseguí, y que me hizo sentir un poco mejor en términos de ego porque supe que tampoco me superaba. Y para ese entonces no tenía nada con Lauren. No fue un engaño. No tiene por qué saberlo. Tema cerrado.

Me incorporo en la cama cuando me resigno a no poder cerrar los ojos en lo que queda de mañana y miro a Lauren que sigue durmiendo. Tengo una sensación agobiante en el pecho y el estómago desde que desperté, como un nudo que nunca se va y que aumenta cuando pienso en que anoche pedí que se quedara conmigo. Frunzo el ceño cuando se me cierra la garganta al verla dormir y suspiro antes de mirar a otra parte.

Tal vez sí soy una cobarde porque pareciera que de pronto me asusta Lauren. ¡Lauren! La misma que deseaba que desapareciera para que no me arruinara la vida. La misma que me aburría cuando me forzaba a ir a su departamento a estudiar. La misma que no puede mantenerme la vista fija por más de dos minutos porque se pone nerviosa.

Tengo problemas. No puede ser que me enoje, me asuste y me caliente al mismo tiempo. Ayer quería matarla por reírse tanto con Mason en mi cara y después moría por besarla ahí en la cocina cuando dijo ''Para la próxima me hablas bien por más enojada que estés, o no me hablas. ¿Entendido?''

¿Quién se calienta con eso?

Exacto. Yo.

Lauren se mueve mientras bosteza y vuelvo a acostarme en mi lado de la cama para fingir estar durmiendo. Lo último que quiero es que sepa que estaba viéndola como psicópata mientras pensaba en las cosas que quería hacerle cuando se suponía que estaba enojada, ¡o peor! Que sepa que estaba casi poniéndome a llorar del estrés por lo que me pasa con ella cuando no son ni las ocho de la mañana. Tengo que mantener mi reputación.

Me cubro las piernas con las sábanas y le doy la espalda, esperando que ignore el hecho de que acabo de lavarme los dientes y que es imposible haberlo hecho mientras dormía. Cierro los ojos y cuando siento el colchón hundirse un poco cuando se incorpora, me giro para mirarla como si recién estuviera despertando. Lo sé. Soy ridícula.

Lauren se está frotando los ojos y aunque tiene el pelo desordenado, aún está algo húmedo por habernos bañado tan tarde durante la noche. Me tomo un tiempo para oler el perfume a kiwi que siempre trae con ella de la forma más patética y desapercibida que puedo, y muero un poco más por dentro. Huele muy bien.

más de ti [camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora