42

16.2K 831 1.5K
                                    




Camila

—Pensándolo bien, Camila —me dice Hook—. No entiendo por qué te molestó que te echaran de tu casa. ¿Ya viste todo esto? —Apoya su espalda en el árbol que hay detrás y silba, impresionado—. A mí me encantaría que mis papás no me quisieran y me consideraran un total fastidio si eso significa que me pagaran esta-...

—Hook. —Sisea Kat, callándolo mientras aleja el folleto de él para seguir leyéndolo—. Basta.

— ¿Qué? ¡Es la verdad! —Se defiende él, claramente ignorando que ruedo los ojos porque como siempre, habla cuando nunca nadie pidió su opinión—. Sí sabes cuánto cuesta una habitación aquí, ¿cierto? Siempre supe que tu papá tenía dinero, pero... —Asiente con aprobación—. Estoy impresionado.

— ¿Te ofreciste a acompañarnos sólo para burlarte? —Le pregunta Kat, frunciendo el ceño—. Lo único que haces es molestarla.

—Camila siempre está molesta, no es novedad.

—Si ya terminaste de entrometerte y hacerme saber que tú estaría feliz en mi lugar —murmuro de mal humor—, entonces ya puedes irte. ¿No tienes clases o algo?

—De hecho, no.

—Entonces haznos un favor y busca otra cosa que hacer, o no hables. —Él levanta las manos como si estuviera rindiéndose cuando sabe tan bien como yo que no aguantará ni una hora sin recordarme que me echaron de mi casa porque soy eso, un fastidio.

Me siento junto a Kat cuando el sol empieza a molestarme y miro las fotografías de mi nueva habitación, sintiéndome como... Como si todo fuera parte de una pesadilla que no termina porque comparando mi vida de ahora con la de hace unos meses atrás, me cuesta imaginar que finalmente terminé aceptando mudarme a una residencia cuando me di cuenta que me dejaron entre la espada y la pared. Prácticamente me obligaron a aceptar.

El edificio está a media hora de mi facultad y no voy a mentir, sí es bastante... ostentoso. Más de lo que hubiera pensado que me pagarían después de nuestra última pelea. Mi habitación tiene el espacio suficiente para además de la cama y el armario, colocar un escritorio y quizás una alfombra. Es más pequeña que la de mi casa, pero no está mal. Tiene un baño individual y por lo que muestran, un enorme ventanal que me hace ver parte de los demás edificios por estar en el sexto piso.

Es muy bonita, en realidad, no sólo la vista sino todo lo demás. Pero cuando me imagino viviendo ahí... Todo es tan solitario, aburrido y vacío por ahora que con cada minuto que pasa, más intento convencerme de que no duraré ni una semana en ese lugar. Decidirme me costó las tres semanas que han pasado desde que me fui, pero se siente como si necesitara más tiempo.

—Lo bueno es que no tuviste que hablar mucho con tu papá, ¿o sí? —Me pregunta Kat, mirándome. Yo me encojo de hombros.

—Él nunca habla mucho —le respondo—. Lo bueno de verdad es que mi mamá no estaba para recordarme que debo besar el suelo por el que camina por su generosidad.

— ¿No? —Se sorprende—. ¿Y sabes por qué no fue?

—No, mi papá ni siquiera se molestó en inventar una excusa cuando pregunté por ella. Simplemente no quiere verme.

Pensé que estaría con él, como siempre, pero no fue así. Y aunque pensé también que mi Julia aparecería, ella tampoco lo acompañó. Cuando fui a firmar el contrato, sólo éramos mi papá y yo, y ninguno mencionó absolutamente nada de lo que había pasado. Ni siquiera le di las gracias cuando nos despedimos porque lo único que me respondió cuando le mencioné que me sorprendía que siguiera pagándome la residencia fue: Es mi deber. No se encariñó conmigo en todos estos años, y cuando lo escuché decir que sólo lo hace porque reconocerme no es algo que pueda deshacer, me di cuenta que en realidad yo tampoco. A pesar de que sigo llamándolo papá, no siento mucho por él.

más de ti [camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora