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Camila

— ¿Segura que no quieres encargarme algo?

Termino de sacarme la toalla del pelo y miro a la mamá de Kat a través del espejo. Casi me desmayo del espanto porque tiene un vestido extremadamente largo de color blanco que podría parecer casual si no fuera porque me recuerda a la vez que intentó convencerme de usarlo para una fiesta para no verme vulgar. ¡Vulgar! Esa es su palabra favorita cuando se trata de mí. De sólo recordar cómo me enojé esa noche hace que se me forme una mueca en la cara.

—No, gracias —le digo—. No necesito nada.

—Bien. —Se queda un momento en la puerta y mira la habitación, como si estuviera inspeccionándola o algo peor. La mamá de Kat es algo... especial—. ¿Kat no te dijo a qué hora volvería? —Me pregunta.

—Dijo que en la noche.

— ¿En la noche? —Frunce el ceño y me mira con más atención—. ¿Estará con él todo el día?

—Imagino que sí —murmuro antes de comenzar a peinarme—. Cuando tienes una cita, lo normal es pasar todo el día con esa persona. —Sonrío con sarcasmo porque la pregunta es estúpida. ¿Con quién más va a estar?

—Escuché que te habían invitado. —Sigue la conversación cuando entra; no lo suficiente como para hacerme creer que planea quedarse mucho tiempo, pero sí como para que haga una pausa y me gire para no darle la espalda—. ¿Por qué no quisiste ir con ellos?

Me encojo de hombros.

—No tenía ganas de salir.

— ¿O no te cae bien ese joven con el que está saliendo? —Intenta sacarme la verdad, pero aunque Hook me cae mal el noventa y siete por ciento del tiempo, no quiero hablar de eso con la mamá de Kat. Tengo principios básicos de lealtad—. No lo sé, a mí no me da buena espina —agrega antes de darme tiempo a responder—. Para empezar, tiene una manera de vestirse que no me parece muy adecuada.

— ¿Adecuada? —Enarco las cejas.

Me encantaría preguntarle si entonces también considera que yo tampoco soy digna de hablarle a Kat por, según ella, vestirme tan provocativa para salir a bailar.

—Tiene muchos tatuajes en los brazos y no es que sea prejuiciosa, pero los tatuajes no son el problema, sino esos símbolos que... —Niega con la cabeza y yo tengo que aguantarme para no rodar los ojos—. Puede que no lo entiendas porque eres joven como ella y a esta edad... las ideas se confunden. Pero sé que no es para mi hija.

Por un momento se me pasa la cruel y traviesa idea de contarle que él ya quiere tener hijos con ella, pero sería demasiado para procesar en tan poco tiempo. Le daría un ataque aquí mismo y Kat no me lo perdonaría nunca. Guardaré esa carta para otra ocasión.

—Si Kat es feliz, entonces yo me alegro por ella...

— ¿Pero lo es? —Me pregunta con duda—. No lo sé. Ya le dije a Robert que a mí no me termina de convencer ese muchacho, no me gusta...

—Suerte entonces que sí le guste a Kat. —La interrumpo sin llegar a sonar maleducada, le sonrío con la mejor cara inocente que puedo poner—. Porque como dijo, está saliendo con ella. No con usted. Y mucho menos conmigo como para que me pregunte si me cae bien o no.

Soy tan hipócrita que me da risa. Se lo digo como si yo no intentara convencer a Kat de terminar con él en cada oportunidad que tengo.

—Me alegraría si su novio fuera más parecido a ella, pero está bien. Si dices que es feliz, entonces habrá que creerte. —Me sonríe un poco y abre más las cortinas antes de hacerme cariño en la cabeza—. ¡Qué tonta! Tú con tantos problemas y yo molestándote...

más de ti [camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora