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Lauren

—Lauren, no adivinarás lo que me dijo Betty el otro día. —Me dice Sophie mientras trata de levantar dos mancuernas que insistió en comprarse porque quiere ejercitarse más.

Audrey y yo también deberíamos hacerlo en lugar de estar en el pasto de su casa mirándola, pero entretenernos con una película de amor prohibido en el siglo XVIII es más interesante.

— ¿Que me odia? ¿Que no quiere volver a verme? —Le pregunto, volviendo mi vista a la pantalla cuando Audrey me da un codazo para que no me pierda nada.

Llevamos un poco más de la mitad y Audrey ya está llorando por segunda vez. La miro riéndome y hago una pausa para que se tranquilice.

—Todavía no termina —le digo—. Quizás tengan un final feliz.

—Es imposible, Lauren.

— ¿Por qué eres tan negativa? Quizás en la vida real lo era, pero es una película. Todo es posible.

—Esto no. —Se limpia la nariz con papel higiénico y hace un puchero—. ¿Cómo van a acabar juntas si son dos mujeres? ¡Dos mujeres! Te apuesto que las quemarán vivas o las encerrarán en el calabozo hasta que mueran.

—Podrían escapar juntas... —Sugiero, pero vuelve a llorar.

—No quiero seguir viéndola —me dice—. Sé cómo va a terminar. Una de ellas está comprometida con el príncipe y la otra es una sirvienta. Me sorprende que no las hayan descubierto todavía, pero son... Son tan tiernas que me pongo triste. Le está enseñando a leer, Lauren. Y le lee poemas de amor.

—Bueno, bueno. No te obligaré a sufrir si no quieres. La terminaré de ver en mi casa y te cuento el final —le digo porque la verdad es que no quiero elegir otra.

Tardamos una hora entera en ponernos de acuerdo porque mientras yo insistía en poner una serie cualquiera, Audrey decía que odiaba las series porque luego se sentía en la obligación de terminarlas aunque no le gustaran. Terminé cediendo.

—Como quieras, pero cuando me cuentes el final, sea cual sea, dime uno feliz. No me importa si es de verdad o no, sólo dime uno en el que se escapan, nadie jamás las encuentra y crían cerdos juntas para mantenerse. —Me hace prometerle y asiento con la cabeza, rodando los ojos porque a mí también me da pena cuando los libros o películas terminan mal, pero Audrey exagera.

Lo único que no soporto ver son los triángulos amorosos porque la protagonista siempre se queda con el que no quiero y me deja enojada como una semana. O un mes.

Sophie se deja caer en el pasto junto a nosotras y cierra el portátil para que le pongamos atención. Cierto. Se me había olvidado que justo estaba hablándome para decirme... ¿Qué cosa? Estaba distraída.

Ella se da cuenta de que no tengo idea de lo que me estaba diciendo cuando se ríe y me da un golpe en la cabeza.

—Te estaba diciendo que adivinaras lo que me dijo Betty.

—Algo amable no está en mi lista de opciones porque tu hermana es... tu hermana. —Le digo, haciendo un mohín con los labios—. Nunca diría algo tierno si se trata de mí.

—En realidad es algo bueno —me asegura, sonriéndome—. ¿Te acuerdas del cuento que escribiste el otro día para entretenerlos antes de dormir? Nunca llegaste a leerlo porque tu papá fue a buscarte, pero yo se los leí y le encantó. Dijo que era mucho mejor que seguir escuchando las mismas historias de las princesas Disney que tanto le gustan.

—Era una historia horrible —le digo, riéndome también.

—Betty y Brett tienen seis años, y a ellos les gustó.

más de ti [camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora