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Lauren

No debería aceptar que me haga olvidar su escena de celos en cuanto me dice cosas como esa, pero lo hago porque se me olvida hasta cómo caminar cuando me quedo ahí procesando que vuelve a insinuar que soy suya. Me da hasta vergüenza hacérselo tan fácil, pero es tiempo de admitir que soy débil. Sobre todo cuando me toma desprevenida porque esperaba cualquier cosa menos esto, que esté mirándome como lo hace cuando... bueno, cuando quiere ponerme nerviosa.

Igualmente no creo que lo diga porque quiere tener sexo, ¿verdad? ¿Por qué querría si accedió que viniera más tarde casi sin ganas? Ni siquiera intenta darme un beso cuando abre la puerta, mucho menos me sonríe, así que menos querrá recibirme con los brazos abiertos como si me echara de menos cuando en realidad está ardiendo de rabia porque según ella, la dejé aquí sola. Se supone que está celosa y enojada, y yo...

Ay, ¿qué estoy pensando? Basta, Lauren. Lo más probable es que Camila siga triste por lo de sus papás, y estoy segura de que mudarse a esta residencia no debe tenerla con el ánimo de pensar en lo que yo estoy pensando. Soy una zorra sucia, eso me diría Sophie y tendría razón porque hablarme así no necesariamente significa hacer más. Quizás sólo está jugando conmigo.

Sacudo la cabeza para distraerme en otra cosa porque estoy dándole demasiadas vueltas al hecho de que me está viendo más seria que de costumbre, y lamo mis labios antes de saludarla sacudiendo mi mano.

Me aclaro la garganta antes de cambiar de tema para no ponerme más roja.

—Por un momento pensé que ibas a dejarme aquí eternamente —intento ser simpática—. Tendría que correr hacia la salida para que la señora de recepción no me vea porque sería humillante que adivinara por qué mi visita duró tan poco. Sabría que me echaron y no me interesa quedar en ridículo, ¿sabes? Tenía mi... mi plan de escape. —Me callo cuando empiezo a hablar de más y respiro entre risas, rascándome la nuca como siempre, aunque luego dejo de hacerlo porque no quiero darle la idea equivocada de verme nerviosa tan pronto—. Hola, por cierto.

Camila no hace intentos por interrumpirme al ver que estoy hablando sobre escaparme, tampoco niega el hecho de no querer recibirme, sólo escucha. Y cuando parece segura de que no diré nada más, esboza una ligera sonrisa que no es muy amable.

—Hola —dice simplemente.

—No me digas que sigues enojada —le respondo con decepción, dejando caer mis hombros—. Eso explicaría porque no respondiste mis mensajes —murmuro—. ¿O estabas ocupada?

—No pensé que hubiera algo que responder —me responde, sin dejar de verme.

— ¿Cómo que nada? —Le pregunto para llenar el silencio—. Te avisé que estaba en la entrada, lo mínimo que esperaba era que fueras a recibirme para... No sé. Para ayudarme. Pude perderme porque no tengo buen sentido de la orientación. —Perfecto. Ahora estoy haciéndome quedar como una tonta que no puede encontrar una habitación sola. En serio tengo que mejorar mis respuestas cuando estoy bajo mucha presión después de literalmente salir del closet por no poder quedarme callada.

Camila enarca las cejas.

—Tu único trabajo era firmar, caminar al ascensor y apretar un botón. —Enumera con sus dedos y chasquea la lengua, restándole importancia—. Pasos simples para alguien tan inteligente como tú, Lauren. Por favor no hagas que lamente darte todos mis votos de confianza.

—Era más bien consideración —le digo, llevándome una mano al pecho para mostrarme dolida—. Dijiste que querías enseñarme tu habitación y me sentí especial cuando me invitaste, pensé que lo sería también para ti.

más de ti [camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora