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Camila

— ¿De verdad te dijo que sí?

Miro a Kat ofendida.

— ¿Por qué es tan difícil de creer que mi plan funcionara? —Le pregunto, dejando el espejo a un lado donde estaba arreglándome el brillo labial—. Yo siempre consigo lo que quiero.

—Tu plan es alejarla de Nicholas y eso todavía no pasa.

—Bueno, el primer paso de mi plan —le digo, escogiéndome de hombros—. La cosa es que logré lo más importante, que fue acercarme a ella para que creyera que estaba arrepentida.

—Eres mala, Camila. No imagino qué hiciste para que te creyera.

Me río un poco y luego vuelvo a verme al espejo, sin prestarle mucha atención.

— ¿Y cuándo se supone que vas a ir a su casa? —Continúa sin creerme.

—Hoy... O sea, más tarde. —Mi respuesta hace que Kat me mire con suspicacia—. ¿Qué? —Pregunto de mala gana—. ¿Por qué me pones esa cara? ¡Te digo la verdad! Me dijo que su papá trabaja de noche y que después de las nueve estaría sola, así que acepté verla hoy.

— ¿Ella tuvo la idea de que fueras a verla hoy o...

—No pensarás que estoy obligándola, ¿verdad? —La interrumpo, frunciendo el ceño.

—Claro que no. —Duda, sacudiendo la cabeza—. Bueno, no lo sé. De ti me espero cualquier cosa. ¿Qué fue lo que hiciste para que aceptara tan fácil?

Termino de arreglarme y me limpio los restos de maquillaje con una servilleta. Kat me mira con ambos ojos expectantes e interrogantes, y hasta podría reírme del enorme gorro de lana que le cubre hasta las cejas si no fuera porque no la veo con ganas de bromear.

No respondo, sino que le envió una mirada que le hace ver lo estúpida que es su pregunta; es como si de un momento a otro hubiera olvidado completamente con quién está hablando.

—Kat, dime ¿cuándo no he conseguido lo que quiero? —Respondo, ya irritada por su desconfianza—. Al principio estaba un poco reacia a escucharme, pero tienes que admitir que soy muy convincente y por más difícil que fuera hablar con ella en un principio porque ignoró el mensaje que le envié en la fiesta y tuve que buscarla, se nota que es fácil engañarla. Sólo tuve que usar la carta de la piedad para que aceptara.

— ¿A qué te refieres con carta de la piedad? —Kat sostiene un pedazo de pizza en sus manos, pero no come desde que subimos a mi habitación. Sé que no está de acuerdo conmigo y que me juzga por acercarme a Lauren sólo por interés en mantenerla alejada de Nicholas, pero todavía no entiende que no pienso retroceder.

—Le dije que no tenía a nadie y que necesitaba su ayuda para estudiar. —Suelto una risa, sacudiendo mis manos—. Después de casi ponerme a llorar para que creyera que de verdad estaba arrepentida.

— ¿Qué? —Se pone seria—. ¿Cómo... hiciste eso?

—Me puse seria e intenté pensar en algo que me diera pena. ¿Te enseño a llorar a propósito?

— ¡Me refiero a cómo pudiste! —Me aclara—. No te lo pregunto para que me enseñes. Yo jamás haría algo así.

—Bueno, ¿qué querías que hiciera? Lo de estar sola no es una mentira, en todo caso, pero podría perfectamente pedirle a otra persona si no fuera porque Nicholas quiere cambiarme por ella. —Tomo un pedazo de pizza y apoyo mi espalda en la cama mientras mantengo mis piernas extendidas en el suelo.

—Nicholas no quiere cambiarte-...

—Sí, sí. —La detengo antes de que empiece con sus sermones—. ¿Sabes de qué más me di cuenta? De que en la fiesta no la vi muy bien. De que nunca la vi muy bien, ahora que lo pienso, porque para mi desgracia, es bonita. Con razón Nicholas se fijó en ella.

más de ti [camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora