23

14.4K 664 1.7K
                                    




Camila

— ¿En serio no piensas decirme nada?

— ¿Nada de qué?

— ¿Me estás escuchando siquiera, Camila? ¿O le estoy hablando a la pared? —Me pregunta Kat cuando termina de mostrarme a su nueva mascota por videollamada: Un perro tan inquieto que con sólo verlo dos segundos me cae mal porque no para de ladrar y saltar. No soy una persona de perros y se nota—. ¿Ni siquiera que es tierno? ¡Míralo bien!

—Sí, qué tierno.

—Tiene que ser ganas o no te creo. —Frunce el ceño sin dejar de sonreír—. Yo lo adopté hace dos días y ya lo quiero como si fuera mi hijo. ¿No tienes corazón?

Vuelvo a mirarlo y simplemente me encojo de hombros porque quizás no lo tenga. Me da lo mismo. Ahora tengo la cabeza en otra parte. Después de lo que dijo mi mamá se me hace imposible dejar de pensar en eso, en que no era que no me quisiera, sino que no podía quererme a pesar de haberlo intentado, y en que además pensaba que gran parte de la culpa era mía. No puedo pensar en algo diferente porque es lo peor que me han dicho. Me siento horrible y tengo tanta rabia que no sé cómo controlarla. No sé cómo hacer que desaparezca.

—Estoy con resaca, Kat.

—Me suena a excusa porque te pasó algo que no quieres contarme —me dice—. O sea, sí creo que estés con resaca porque sólo tengo que ver tu cara, pero no entiendo por qué no quieres ni hablarme. Todavía no sé por qué me estás llamando desde la peluquería cuando es domingo y debería estar durmiendo para sentirte mejor el lunes.

—Porque me urge cortarme un poco pelo, ¿no lo has visto? Lo tengo muy feo.

Ella rueda los ojos.

— ¿Por qué mejor no vienes a mi casa?

— ¿Para qué? ¿Escuchar cómo tu mamá quiere ponerme a rezar porque toda mi ropa es provocativa, según ella?

—Mis papás no están —me recuerda—, así que no tendrás que tener cuidado con lo que hablamos porque mi mamá no querrá bañarte en agua bendita. —Me río con su broma, pero arrugo la nariz.

Los papás de Kat son tan religiosas que casi nunca me siento cómoda visitándola cuando no está sola, así que evito ir a verla. Son la clase de personas que van a misa los domingos, que le leían la biblia cuando era menor y que odian todo lo que a mí me divierte como el alcohol, las fiestas y hasta el maquillaje. Más una vez me han mirado mal por hablar de sexo o referirme a Nicholas como el asqueroso infiel que es, y una vez su mamá casi se desmaya porque me vio usando un vestido corto y ajustado antes de ir a una fiesta. Estoy segura de que más de una vez le ha dicho que no me hable porque la llevaré por los caminos de la perversión o una mierda como esa.

—No tengo ganas de encerrarme en tu casa —le digo, manteniendo el celular frente a mí mientras me humedecen el pelo para cortármelo. Me miro en el espejo para decidir qué tanto voy a dejar que me corten y luego miro a la cámara—. Además, ¿no dijiste que ibas a la casa de Hook?

—Sí, pero podría llamar para decirle que vayamos a conocer a sus papás otro día?

— ¿Y arruinarte los planes? No, gracias. Tengo ganas de hacer algo divertido.

— ¿Algo como qué? ¿Una fiesta?

—Nah, fuimos a una ayer.

—En la que desapareciste casi toda la noche, después te fuiste sola, ¡y no volviste a responderme las llamadas! —Exclama—. Hablando de anoche, me dejaste preocupada.

Resoplo.

—Te mandé un mensaje para avisarte que estaba sana y salva.

—Pero no decía nada. Sólo un: ''Estoy bien, hablamos mañana''. Eso es muy poca información.

más de ti [camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora