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Camila

Sigue doliéndome la cabeza como unas ondas que se intensifican cuando abro los ojos.

Tengo hasta ganas de vomitar. No recuerdo haber estado tan molesta conmigo misma, tan decepcionado y asqueada con todo lo que aguanté por alguien que no valía la pena a pesar de que había una parte de mí que insistía en que rogarle tanto cariño a una persona no era una buena idea. Pero nunca escuché. Nunca quise darme cuenta de nada.

Sé que Nicholas nunca me pidió nada de eso. Sé que haberme arrastrado para tener un poco más de su cariño es sólo mi culpa, pero me enoja darme cuenta que se quedó en esa posición que le convenía y que ahora me saca en cara cada problema que le conté como si hubiera estado esperando la oportunidad desde que me vio llorar por mis papás por primera vez.

Algo dentro de mí me recuerda que no es diferente a lo que hemos hecho desde hace años. No es diferente a lo que yo hacía, o lo que él hacía, o lo que ambos hacíamos, pero hoy se siente como si estuvieran apuñalándome. Como si estuvieran cortándome el aire y me arrepintiera de cada cosa que le dije. De cada secreto que le compartí cuando estaba mal porque ahora tiene todo ese poder para hacerme sentir mal.

Es la única persona que sabe dónde va a dolerme, que conoce dónde herirme, y que lo usa.

Honestamente no sé qué me duele más: que la persona a la que necesité por tanto tiempo haya dicho en la cara que ni para acostarse conmigo sirvo, que haya comparado el hecho de buscarlo como una forma de reemplazar lo que nunca tuve con mi familia, o que yo le haya permitido que me tratara como basura durante años. No sé qué me enoja más.

Me pongo de pie cuando siento que los brazos empiezan a temblarme porque Julia no para de tocar la puerta para que le abra. Aún me cuesta respirar y por más que intente secarme las lágrimas para obligarme a parar, no puedo hacer nada. Y es como si también estuviera llorando por perder a Nicholas, por resignarme a que una de las primeras cosas que tengo que hacer para cambiar, es nunca regresar con él.

No sé si alguna vez estaré lista para olvidarlo como una medida permanente. No sé si he llegado a ese punto todavía porque me da miedo lo que pasará después. Cuando pasen los días sin llamarlo, sin buscar excusas para verlo... No sé qué quedará de mí entonces.

Casi no recuerdo lo que me gustaba y que no lo involucrara. Casi no recuerdo lo que es ir a una fiesta sólo para divertirme en lugar de mirarlo de reojo porque los celos me ganaban. Casi no tengo amigas. En mi casa todos me hablan de Nicholas, todos quieren verme con Nicholas. No sé qué va a quedar.

Desearía que las cosas fueran más fáciles. Quisiera entender por qué me tiene que estar pasando esto a mí y entender qué hice tan mal como para merecer esto. Desearía que todo fuera tan sencillo como lo fue esta semana al pensar que algo diferente podría funcionar conmigo. Me gustaría quedarme en este momento, en el que pienso, busco ese amor que sentía por Nicholas y no lo encuentro. Porque significaría entonces que ya no está.

Abro más los ojos cuando escucho que la puerta del primer piso se cierra con fuerza e inmediatamente me limpio la cara, alejándome de la puerta para correr hasta mi ventana y ver cómo Nicholas camina en dirección apuesta al pórtico de mi casa.

El corazón empieza a latirme más rápido y aunque reconozco el impulso de llamarlo, de rogarle que se quede y que me perdone, esta vez no hago nada. Y es una de las pocas veces en las que no hago nada más que mirar cómo se aleja.

Me aclaro la garganta y me las arreglo para suspirar al sostenerme con fuerza en los costados de la ventana.

—Nunca te había visto así —me dice Julia cuando ya llevo varios segundos sin despegar la vista de la calle, y aunque podría repetirle por milésima vez que no debió entrar sin antes esperar que yo le abriera, no me giro para echarla—. Me asusté cuando lo vi tan cerca de ti y pensé que... —Hace una pausa—. En serio me asusté mucho. ¿Te iba a pegar?

más de ti [camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora