64

16.2K 967 1.5K
                                    




Lauren

— ¿De cuándo son estas fotos? —Me pregunta Camila mientras se acomoda sobre la alfombra, acostándose de manera que sólo se apoya en sus codos para ver las fotos que le estoy mostrando y saqué durante todo el año pasado—. Ah, son de tu cumpleaños. —Se responde sola cuando ve la fecha.

—Sí, tengo varias de ese día porque fuimos a la playa con mis amigas, luego a una fiesta en la que Sophie se nos perdió de vista y Audrey terminó llorando porque no quería ir a la policía... Mmm, en realidad ese recuerdo no es tan bueno y no tengo fotos de eso. —Ella abre mucho los ojos y me apresuro a tranquilizarla—. No, pero al final no pasó nada así que no te preocupes. Nos vinimos al otro día y todo mejoró. Mi papá me regaló mi primer fonendoscopio.

— ¿Tu primer qué?

—Con lo que escuchas el corazón y los pulmones, eso que se pone en el cuello y parecen audífonos  —le respondo, haciendo una mueca después porque para mi papá no fue un día que le guste recordar—. Se sintió mal cuando lo recibí porque debo admitir que no me gustó ver que era una caja, pero después arreglé mi error y me puse muy feliz al abrirlo. —Suelto una risa—. Ni siquiera me di cuenta de la cara que supuestamente le puse, pero se quejó durante meses y tuve que pedirle disculpas más de una vez.

Camila asiente con la cabeza y me mira divertida.

— ¿Y por qué le pusiste esa cara? —Me pregunta—. O mejor dicho, ¿por qué te decepcionaste cuando viste que era una caja? ¿Era muy pequeña?

—Ay, Camila, yo no me fijo en esas cosas.

— ¿Entonces?

—Porque yo le había pedido otra cosa y pensé que sí me lo iba a regalar esta vez. ¿Tienes idea de los años que llevo suplicándole a mi papá para que me regale un perrito? —Le pregunto, pasando a través de las fotos después de que habláramos por más de una hora sobre cómo fue para ella adaptarse a vivir con Julia después de recibir años de maltrato, como lo llamo yo, aunque Camila suele bajarle el perfil al mencionar que sólo fueron peleas de hermanas—. O un gato, aunque no me gustan mucho, pero son mucho más limpios e independientes y pueden adaptarse mejor a un departamento.

—Espera, ¿qué? —Exclama, mirándome con una mezcla de sorpresa e indignación por lo que acabo de decirle—. ¿Cómo pueden no gustarte los gatos? ¿Qué te pasa?

Me río de su cara y bloqueo el teléfono cuando no hay nada más interesante que mostrarle.

—No dije eso, es que... no son tan tiernos como los perros y yo quiero uno para dormir con él, hacerle cariñitos y mimarlo —me río de nuevo—. Cuando era niña una vez quise jugar con un gato que alimentaba mi abuela y me rasguñó la mano. Lloré por media hora y me traumé.

—Aww. —Se burla—. Eres insoportable.

— ¿Por qué?

—Hasta tus traumas son tiernos, Lauren... Oye. —Frunce el ceño y niega con la cabeza cuando nota que no voy a mostrarle nada más—. ¿Por qué lo apagaste? ¿Eso es todo? ¿Ése fue tu gran resumen de estos dos años?

— ¿Qué más querías?

— ¡Sólo me dijiste cinco cosas! —Se queja—. Yo te hablé mucho más.

—Porque tenías más cosas que contarme, yo ya te dije lo más importante —murmuro, sentándome sobre la alfombra y apoyando mi espalda en el sofá; Camila hace lo mismo cuando trata de darme mi teléfono y yo suelto una risa más grande—. ¡No hay nada más! —Insisto—. Este año pasaron más cosas porque empecé mi internado, me gradué y mi papá empezó a salir con Felicity después de años y años en los que le insistí incansablemente que lo hiciera.

más de ti [camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora