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Camila

— ¿Quieres fumar? —Me pregunta Kat, recostando su cabeza en mis piernas y ofreciéndome un cigarrillo con sus manos sobre su cara para que las hojas que caen del árbol sobre nosotras no le moleste.

Niego con la cabeza, lo que hasta a mí me sorprende porque suelo ser la primera en hacerlo cuando tenemos un receso de más de cuatro horas antes de nuestra siguiente clase, pero ahora no tengo tiempo para nada más que fijarme en el hecho de que Nicholas está desayunando en la cafetería a pocos metros del césped donde estamos.

Y no es sólo eso lo que me molesta, sino que no está solo.

Mantengo la mirada fija en las mesas que están a un lado del gimnasio de mi facultad, sintiendo que en cualquier momento podría empezar a lanzar destellos de fuego por lo celosa que estoy de que se mantengan tan cerca el uno del otro. Apuesto que ni es necesario y sólo lo hace para coquetearle.

Nicholas se acerca para quitarle una pestaña de las mejillas, y aunque Kat todavía no se da cuenta, no he podido apartar la mirada desde que me di cuenta que ella no le ha pedido en ningún momento que se aparte. Qué asco.

—Oye, anoche no dijiste nada cuando te invité a la fiesta que haremos para el cumpleaños de Hook, ¿crees que podrás acompañarme? Será en dos semanas, ¿te acuerdas?—Me pregunta Kat, alzando la mirada para verme; asiento con la cabeza, pero hace una mueca—. Aunque debo decir que Nicholas también irá, ¿te molesta?

—Nah. —Miento, encogiéndome de hombros.

—Te juro que intenté convencer a Hook para que no lo hiciera, pero es su mejor amigo y no pude hacer nada. Ya sabes cómo es.

— ¿Por qué hiciste eso? Sería darle demasiada importancia y estoy en una etapa en la que quiero mostrarme indiferente.

— ¿Una etapa? —Se ríe al escucharme—. ¿Hace cuánto empezaste? ¿Dos semanas?

—Desde hoy —le hago saber—. Es una especie de desintoxicación porque si sigo pensando en él, me saldrán arrugas antes de los cuarenta. También tengo prohibido llorar para no tener ojeras. Me hacen ver mal.

—Claro, porque eres experta en seguir órdenes y no dejarte llevar por la rabia.

—Nunca es tarde para intentarlo —le digo, sonriendo—. El cumpleaños será en un club nocturno, ¿no? Dudo que me lo encuentre porque es un lugar enorme y siendo realista nunca esperaría que no lo invite. Son como un paquete.

—Sí, será en un club, pero después la celebración seguirá en el departamento —ahora murmura, como si temiera de mi reacción—. Podemos irnos a tu casa si no quieres estar ahí. Lo entendería.

Sé que sólo me lo pregunta para darme a entender que es una pésima idea y no porque esté realmente interesada en mi opinión. Conozco esa expresión.

—No seas aburrida, es la celebración de tu novio. Iré al club como cortesía para celebrar un poco y luego me iré a mi casa.

— ¿De verdad? —Kat se incorpora y entrecierra sus ojos, sin creerme—. ¿No intentarás convencerme de que te deje entrar al departamento para que intentes pasar tiempo con Nicholas?

Suelto una risa.

—No prometo nada —le digo, riéndome más cuando rueda los ojos—. Es broma, no voy a ir. Tranquilízate. ¿Podemos hablar de otra cosa? El tema de Nicholas ya me está aburriendo y como te dije, tengo que cuidarme para mantenerme así de linda hasta que tenga cincuenta. ¿Sabías que llorar-...

—Sí, Camila, me lo has dicho dos veces en lo que va de la mañana. —se ríe de mi reacción y vuelve a fumar, esta vez lanzándome el humo a la cara y disculpándose en silencio cuando ve que hago una mueca de asco.

más de ti [camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora