57

13.1K 727 1.5K
                                    




— ¿Has escuchado la historia de Orfeo y Euridice?

A pesar de tener los ojos cerrados, llevo varias horas sin poder dormir, así que es fácil abrirlos en medio de la oscuridad cuando escucho la voz de Camila.

Sólo han pasado tres semanas desde que vine a disculparme a su residencia y terminamos casi como al principio, y aunque esta noche simplemente nos quedamos a hablar en su habitación porque yo estaba muy borracha como para irme a mi casa, se siente como si estuviéramos haciendo algo peor que acostarnos. Yo al menos lo siento así.

Ahora mismo estoy dándole la espalda, con mis manos sosteniendo las mantas para abrigarme mientras mantengo la vista en la ventana entreabierta y aunque hay una parte de mí que quisiera ver su cara, sabiendo que sólo tengo que darme la vuelta para mirarnos, no hago ningún intento por incorporarme cuando rompo el silencio.

—Debí leerla hace tiempo, pero no me acuerdo bien. ¿Por qué?

Siento cómo Camila se mueve en la cama por el sonido y por el peso, y aunque en un comienzo entro en pánico porque creo que va a levantarse, parece que sólo se apoya de espaldas parar mirar el techo.

—A veces leo de esas historias cuando no puedo dormir y el otro día me atrapé con esa. —Me responde, y tengo que esforzarme para no girarme porque cuando Camila me habla de madrugada es cuando más quiero perdonarla—. Creo que los dioses fueron muy injustos con él.

Acomodo mis manos debajo de mi mejilla y suspiro.

—Como dije —murmuro—. No me acuerdo bien de qué se trata.

—No soy tan buena haciendo resúmenes como tú, pero Euridice fue secuestrada por el hermano de Orfeo —me responde, de pronto como si nada hubiera pasado entre nosotras y simplemente estuviéramos aquí, acostadas, contándonos historias—. Euridice murió por la mordida de una serpiente venenosa al intentar escapar y Orfeo tuvo que bajar al inframundo para ir a buscarla.

—Ahora me acuerdo —le digo, sintiéndome extraña—. Orfeo no tenía que mirarla a la cara hasta que les llegara el sol, pero lo hizo y su esfuerzo no sirvió de nada.

— ¿Consideras que no sirvió de nada verla una última vez?

—Sólo pudo tomar su mano cuando creyó que la recuperaba —insisto, encogiéndome de hombros—. Después todo fue más triste.

—Así que para ti hubiera sido mejor que se conformara con que muriera por culpa de su hermano y no hiciera nada al respecto.

Por instinto, aguanto la respiración antes de hablar.

—No fue lo que dije.

—A mí me parece que sí.

—Pienso que debió esperar para verla, Euridice murió dos veces por culpa de alguien más y para mí eso es injusto.

—Ahora eres tú la que se queja de las historias.

—No sé por qué no lo haces tú —le digo—. Eras experta en interrumpirme para quejarte de lo que hacían.

Escucho que Camila sonríe, aunque no mucho, y vuelvo a pensar en que es esto lo que me hace volver cada vez que nos encontramos en fiestas. Ni siquiera es el sexo, o lo bien que se siente besarla después de querer hacerlo durante tanto tiempo, o lo mucho que extraño que me abrace cuando se queda dormida, sino el simple hecho de que hasta hablando de una estúpida historia sobre personas que nunca existieron me hace sentir lo que nunca pude sentir con nadie. Y que seguramente no volveré a sentir, porque no imagino que alguien que no sea Camila pueda resultarme tan fácil de querer.

más de ti [camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora