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Camila

—Necesito pedirte un favor.

—Camila no está —me adelanto a que Julia pueda seguir hablando.

Ella parpadea sin entender.

— ¿Qué?

—Te digo que no estoy, tendrás que intentarlo más tarde. Para ti, ya me fui.

—No seas estúpida, te estoy viendo.

Me cubro los oídos e ignoro la voz de Julia mientras sigo mirándome en el espejo de mi habitación. Pensé que el milagro y regalo de su ausencia duraría hasta que me fuera a la universidad y tuve que inevitablemente verla en la cocina de mi casa al comer, pero parece que mi felicidad se terminará ahora y comenzará nuevamente mi desgracia.

Aun así, hago todo lo posible para fingir que no existe, que no está aquí esperando una respuesta o que desaparecerá si sigo ignorándola.

Me volteo frente al espejo para ver que mi delineado negro está tenue, pero que me alarga los ojos. Tal como me gusta.

—Camila. —Insiste Julia, con un tono de voz amenazante que me incita a seguir viviendo en mi mundo feliz donde no existe. Querría seguir ignorándola, pero me lo hace difícil cuando no muestra intenciones de dejarme sola—. Acabo de decirte que necesito que me hagas un favor.

— ¿Y?

— ¿Cómo qué 'y'?

— ¿Con qué cara vienes a pedirme favores? —Le digo, sin dejar de verme en el espejo—. Ridícula.

Tomo mi teléfono para subirle el volumen a la música antes de hacerme una coleta con la única intención de que termine aburriéndose y se vaya. No hemos hablado en más de una semana, o quizás dos, y hasta estaba graduándome con honores en ignorar sus comentarios en mi contra cada vez que coincidimos en la mesa, pero no sé hasta cuándo pueda hacerme la tonta. No creo tener tanta paciencia.

Tarareo una canción mientras me aplico brillo labial, tan lentamente como puedo para desesperarla, y es justo cuando Julia me lo quita de las manos para llamar mi atención, haciendo que me manche un poco la comisura de la boca. Es tan predecible que sabía desde un comienzo que no duraría tanto sin ser en centro de atención.

— ¿Podrías escucharme tan sólo cinco minutos? —Me exige, a lo que me limpio la boca antes de enderezarme y mirarla, resoplando ya aburrida de lo que sea que tenga que decirme—. ¿A dónde piensas ir?

— ¿No es obvio?

—No, porque podrías ir al departamento de Nicholas a mendigar el cariño que no te tiene. Es mediodía, Camila, demasiado tarde para que vayas a la universidad.

Suspiro para controlarme y no dejo de verla.

—Iré... —Finjo pensarlo—. Por ahí.

Se cruza de brazos.

—''Por ahí'' no es una respuesta que vaya a gustarle a mi mamá cuando vuelva y me haga explicarle dónde te metiste.

—Arréglatelas sola, no me importa.

— ¿Cómo que me las arregle sola? Ni muerta. —Alza la voz—. Es a ti a quien tendré que cubrir porque le dije esta mañana que no habías ido a clases. ¿Estarás con Nicholas sí o no?

—Te he salvado muchas veces, estoy segura que se te ocurrirá una buena excusa. —Doy pequeñas palmadas en sus hombros y arrugo la nariz, sonriéndole cuando frunce el ceño—. Nah, es broma, puedes decirle la verdad.

— ¿Y cuál es esa verdad?

—Dile que fui a buscar al primer hombre que se me cruce y que, de hecho, planeo acostarme con tres a la vez. —Bromeo, simulando estar acalorada—. Me espera mucha acción esta tarde, Julia. Me gustaría ver qué hace cuando se lo digas.

más de ti [camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora