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Lauren

Sintiéndome tan desorientada es muy difícil darme cuenta de lo que hago cuando trato de apartarme de Camila sin lastimarla.

Ella murmura en voz baja, abrazando mis piernas mientras pide que no la deje sola porque cree que volverá a vomitar. Me aguanto el asco de ver su vómito sobre mi camiseta y veo a mi alrededor si encuentro algo con lo que pueda limpiarme. Su aliente huele a alcohol y hasta tengo que limpiarle la boca, pero pienso que podría ser mucho peor.

Es decir, la ex de la persona que me interesa podría quedar a mi cuidado e inconsciente en medio de una fiesta en la que no conozco a nadie que pueda ayudarme más que mis amigas, pero intento mantenerme positiva. Todas mis esperanzas de poder hablar con Nicholas se van a la basura porque ni loca la dejaré a cargo de un hombre con el que he intercambiado, como mucho, tres frases entre clases, y no conozco a ninguna de sus amigas. Con suerte sé que se llama Camila.

Trato de limpiarme la camiseta con papel higiénico mientras Camila se pega más a mí, impidiendo que me aleje de ella a pesar de que hace cinco minutos parecía querer asesinarme. Sus ojos están rojos y su rostro se contrae en una mueca cuando humedezco una toalla y la coloco sobre su frente para refrescarla. Se ve muy mal.

Si yo estuviera en su lugar, me gustaría que me llevaran a mi habitación lo antes posible. Pero como no tengo la menor idea de cómo cuidar a una persona así de mal ni un automóvil en el cual llevarla, me atrevo a hacerle un poco de cariño en el pelo porque pienso que la haré sentir mejor. Ha repetido tantas veces que no soporta el calor que supongo que bajar su temperatura ayudará a orientarla o hacerla hablar.

Me aclaro la garganta, obligándola a beber un poco de agua para que no se deshidrate. También me gustaría que comiera algo, pero decido que es mejor recostarla en una cama antes de bajar a la cocina para conseguirle un poco de comida. Tomo una respiración profunda, tampoco me siento en mis cinco sentidos. Mentiría si dijera que no estoy nerviosa, pero no tengo más opción que cargarla fuera de aquí.

Me inclino para sostenerla desde la cintura y ruego para que no se desmaye.

—Mi corazón... —murmura, un poco asustada; le pido que coloque sus brazos sobre mis hombros, pero me ignora—. Mi corazón está latiendo muy fuerte. Voy a morir. ¡Ya me pasó antes!

Niego con la cabeza.

—Apoya tu peso sobre mí. Sí, así. No te asustes, ¿está bien? Intenta no moverte mucho y avísame si vas a volver a vomitar para que lo hagas hacia el otro lado. —le digo, abriendo la puerta del baño.

—Dije que voy a morir, ¿cómo esperas que no me asuste? —Se desespera.

—No te va a pasar nada —murmuro—. Respira.

Creí que me sentiría menos ahogada cuando estuviéramos fuera del baño, pero ese humo que nos rodea al salir es mucho peor que permanecer encerrada; por un instante, pienso en las posibilidades de dejar a Camila durmiendo en la bañera hasta el día siguiente y... No son tan terribles, pero me convertiría en la peor persona del mundo porque podría pasarle cualquier cosa.

—No puedo respirar. —Camila no la colabora para nada cuando dejar caer su peso sobre mí—. ¡Voy a morirme aquí y será tu culpa!

—Relájate porque si te asustas entonces vas a sentirte peor —le digo de mala gana, ignorando que me dan ganas de irme cuando habla así—. Piensa en otra cosa.

— ¿Cómo que? —me pregunta, suspirando. Parece haberse dado cuenta de que está hablándome con amabilidad y se retracta casi de inmediato—. ¿En el hecho de que estoy dependiendo de la persona más ineficiente que conocí en toda mi vida?

más de ti [camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora