12

8.2K 526 470
                                    




Camila

Termino de ponerme máscara de pestañas y luego me pongo de pie para darme la vuelta y comprobar por enésima vez que me veo bien en estos pantalones ajustados. Mi primera opción era ponerme un vestido pero ¿quién se coloca un vestido antes de las diez de la mañana un domingo? Nadie. Y no quiero ser demasiado obvia.

Es increíble cómo el pensar en verlo mejora considerablemente mi humor, y entonces recuerdo que por esa misma razón es que Nicholas es la primera persona en la que pienso en ver cuando tengo problemas en mi casa. A pesar de a veces ser demasiado seco y cruel con sus formas de hacerme entender que no le gustan ciertas cosas de mi personalidad, sigue siendo casi lo único que tengo. Casi la única persona que me quiso por cómo soy y no intentó cambiarme... hasta hace poco. Pero ignoremos ese detalle.

Me coloco un poco más de perfume y mirándome en el espejo, escucho la inconfundible bocina del automóvil de Nicholas. Pero no me desespero por bajar, claro que no, porque podré estar desesperada por verlo y aún así, no dejárselo tan fácil. Tengo que hacerme de rogar aunque sea un poco antes de celebrar por esta pequeña batalla ganada.

Me ato el pelo en una coleta alta y me siento en el tocador para colocarme un collar de plata que justamente me regaló él en mi cumpleaños el año pasado. Finjo estar maquillándome las mejillas otra vez cuando Julia abre la puerta de mi habitación sin tocar. La miro con los ojos entrecerrados cuando me volteo para lanzarle una almohada justo a la cara.

— ¿Qué estás haciendo aquí? —Le pregunto como si no lo supiera—. Te he dicho mil veces que no entres sin tocar. No me digas que seguirás buscando tus pruebas de embarazo porque ya te dije que no las tengo.

—Si te estás arreglando tanto es porque sabes quién está esperándote en la entrada.

Alzo la vista hacia el techo y me cruzo de piernas.

—Mmmm... —Me encojo de hombros—. No, no tengo idea. ¿Quién es?

— ¿Vas a aceptar verlo después de que te rechazara en una fiesta? —No lo dice con preocupación como lo diría Kat, sino con sarcasmo para molestarme y borrar mi buen humor—. Pensé que tenías más amor propio, como siempre dices que podrías tener a quien tú quieras. —Me recuerda.

—Y podría tener a quien yo quisiera —le digo—. ¿Qué tiene que ver eso?

—Nada, pero me sorprende que estés tan decidida a seguir con alguien que, según tú, no te merece. ¿No dijiste en la fiesta que lo harías arrepentirse por lo que te hizo?

— ¿Desde cuándo es tu problema?

—No lo es —se ríe—. Sólo me divierte ver cómo te encanta que te pisoteen.

—Tienes una extraña obsesión con verme mal que deberías tratar, Julia. En serio. No es normal estar tan obsesionada con lo que me pasa.

—No estoy obsesionada, digo que me divierte porque te contradices sola. Eres un drama constante que siempre me da la razón cuando digo que Nicholas es el único que podría aguantarte.

—Sí, como digas.

—Y luego te enojas cuando hablamos de él en la mesa pero ¿podrías culparnos? Es lo único interesante que tienes.

— ¿Por qué sigues aquí? —La miro irritada—. Si me molesto cuando lo nombran es porque se meten en mis asuntos y me hacen quedar como la culpable de que hayamos terminado. Nicholas no es ningún santo.

—Tú tampoco.

—Bueno. —Asiento con la cabeza—. ¿Tienes algo más que decirme? —Le pregunto, ignorándola—. Además de que me están esperando, ¿viniste para algo más?

más de ti [camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora