30

15.6K 749 789
                                    




Lauren

Un sonido en la cocina me despierta.

Me llega el olor a jabón de miel cuando adormilada, coloco la cara sobre la almohada, y recuerdo que después de ducharme me quedé dormida. Recuerdo haber estado con Camila, que me dormí primero que ella, y... ¿Qué hora es?

Busco mi celular entre las sábanas y me froto los párpados, bostezando antes de ver que son casi las cinco de la mañana. Mi papá no llega hasta pasadas las diez y Camila ya no está cerca, así que debe tratarse de ella. Vuelvo a acomodarme para seguir durmiendo porque seguramente fue a buscar un vaso de agua, pero pasan tantos minutos en los que no vuelve que antes de siquiera darme cuenta, me levanto para ir a la sala.

Primero paso al baño para lavarme la cara y luego camino en silencio sin encender la luz. Mis pasos suenan con fuerza en el piso de madera y a la distancia puedo escuchar los autobuses al vivir tan cerca de una avenida principal. Odio esos ruidos. Lo escucho cada vez que me levanto y supongo que me causa algo parecido al sonido de la alarma.

— ¿Camila? —Le pregunto cuando la encuentro en el sofá—. ¿Qué te pasó? —Hago una mueca cuando estiro mis brazos y rodeo el sofá para mirarla de frente. Está sentada con las piernas cruzadas y como suponía, tiene un vaso de agua en las manos.

— ¿Te desperté? —Murmura, y yo asiento con la cabeza.

—Pero pensé que era mi papá, no sabía que era tan temprano. —Se me contrae un poco el estómago ante la posibilidad de que ya no quiera estar cerca de mí, aunque no está vestida. Todavía está usando el pijama que trajo en su bolso cuando confesó estar segura de que la dejaría quedarse—. ¿Te quieres ir?

—No.

Espero que no se note lo mucho que me relajo, y peino mi pelo con los dedos antes de sentarme en la alfombra.

— ¿Quieres dormir sola? —Le pregunto—. Porque puedo ir a la cama de mi papá.

—No —me responde, y sólo estoy frente a ella es que noto que tiene los pómulos algo enrojecidos y que no me mira en ningún momento—. Estoy bien, Lauren. Sólo tenía sed.

—Estás llorando. —Aseguro, despidiéndome de todo el sueño porque de inmediato me preocupa que se esté sintiendo mal. Me acerco al sofá para estar más cerca y como no se aparta, sino que mantiene la vista fija en sus manos que rodean el vaso de agua, me atrevo a poner una mano en su rodilla.

Camila sacude la cabeza.

—No es nada.

— ¿Hace cuánto estás despierta?

—No mucho. —Suena como un siseo—. Lo siento, no quería despertarte.

—Eso no me importa, Camila. ¿Qué tienes?

—No lo sé.

— ¿Cómo no sabes?

—A veces... —Frunce el ceño y aprieta los labios—. A veces siento tanta rabia que la única manera que tengo para sentirme mejor es llorando. Pero no tengo un motivo con el que te pueda responder, sólo... lo hago. No es lo que me está pasando ahora, pero se parece mucho. Tengo una sensación aquí... —Se lleva una mano a la garganta y resopla, negando con la cabeza—. Preferí levantarme.

No sé si esté contándomelo porque al estar a oscuras se siente más en confianza, o si no quiera que piense que está así por lo que pasó, pero muevo un poco mi pulgar sobre su piel para no quedarme quieta. Camila no muestra intenciones de alejarse o levantarse, aunque tampoco puedo identificar si le gusta o si lo está sintiendo. Luce muy distraída.

más de ti [camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora