60

15.5K 868 1.4K
                                    




Lauren

Estoy a solas con Camila.

En. Su. Automóvil.

Tomo una respiración profunda sin que se dé cuenta porque bueno, hemos estado solas muchas veces, pero en lugares más amplios, no tan... calladas.

Y por supuesto, no con la información de que está con alguien y yo estoy soltera. Ay, me siento como cuando tenía catorce años y no podía parar de darle vueltas y vueltas a un asunto. Pobre Josette. Si supiera que estoy yendo al departamento de Camila después de jurarle y recontra jurarle que no volveríamos a hablar ni aunque volviera a pedirme perdón por todo lo que pasó querría morirse, ¡y yo sería la culpable!

Observo en silencio cómo Camila baja el vidrio de las ventanas traseras y me siento culpable por eso también porque si su auto huele a champagne es mi culpa. De Audrey, en realidad, que estaba demasiado borracha como para tener cuidado de no mancharme la camiseta o pedirme disculpas, pero a fin de cuentas es mi culpa. Me muerdo el nervio con nerviosismo y me acomodo en el asiento del copiloto antes de aclararme la garganta.

—Quizás debí ir a cambiarme de ropa a mi casa antes de venir a la tuya —murmuro, rompiendo el silencio por primera vez desde que nos subimos—. O podríamos hablar otro día, no era necesario que... Es decir, que queramos arreglar las cosas no significa que debamos terminarlas literalmente ahora. —Suelto una risa nerviosa—. Um, todavía estoy ebria. Un poco.

Camila se detiene en un semáforo con luz roja y aunque no me mira, yo sí lo hago de reojo porque jamás la había visto conducir y lo primero pienso es en lo bien que se ve haciéndolo.

No sé si eso tenga sentido porque sólo está sentada con ambas manos en el volante, o porque está usando un vestido ajustado rosa pastel, pero tengo que apartar la mirada para no sonrojarme. Definitivamente sigo ebria.

—Es difícil encontrarte con la guardia baja —me responde—. Aceptaste y decidí aprovechar.

—Eso es porque mi versión ebria no piensa en las consecuencias.

Camila se ríe.

—No lo digo por eso, sino porque estoy segura de que si te hubieras ido, no volverías a hablarme nunca más. Te excusarías en que aceptaste hablar porque bebiste mucho y pasarían otros tres años en los que fingimos que no importa, pero después nos vemos en un bar y pasa... —Resopla—. Lo que acaba de pasar.

Miro la calle frente a nosotras y evito a toda costa el contacto visual.

—Lo haces sonar como si hubiéramos hecho algo malo y la verdad es que no pasó nada, Camila.

Ella resopla con fastidio y su buen humor desaparece.

—Si vas a negar cada cosa que es obvia entonces va a ser una conversación muy larga.

—No estoy negando nada —murmuro—. Es difícil decir que algo pasó cuando sólo nos encontramos en un bar. Sí me miraste, sí te miré y luego... Sí pude sentir algo, no te voy a mentir, pero si alguien nos preguntara en teoría no habría mucho que decir. Eso es lo que trato de decirte.

—Pero tú también te diste la vuelta y te fuiste —me recuerda—. Si fuera nada como dices, te habrías quedado donde estabas.

—Me fui porque Audrey me llenó de champagne. —Trato de desviar un poco la conversación porque a pesar de que quiero arreglar y poder terminar las cosas, preferiría que habláramos de lo importante cuando estuviéramos en su departamento, estuviera limpia y menos mareada—. Creo que deberías llevarme a mi casa primero. —Sugiero.

más de ti [camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora