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Camila

En lo único que puedo pensar cuando logro pasar desapercibida a través de la cocina es que me urge tomar una ducha antes de dormir lo que resta de la mañana.

Kat me insistió durante el desayuno que no volviera a mi casa hasta que las cosas se tranquilizaran, hasta que mi mamá se sintiera lo suficientemente arrepentida como para llamarme, pero no creo que eso ocurra y tampoco quiero esperar para sorprenderme en caso que decida hacerlo. No cuando me convencí de llamarla durante la madrugada y lo único que me dijo fue que mejor no regresara si iba a continuar con mis rabietas.

Pensé que no debía ser una insensible malagradecida, que le debía una explicación por al menos soportar los dolores de parto al tenerme, y que todavía me quedaba un poco de consideración hacia ella como para hacerle saber que estoy viva y que no volveré a dormir... Pero ahora me arrepiento de haberlo hecho porque sólo me sirvió para darme cuenta que no estuvo ni un poco preocupada de mí o de dónde estaba.

Lo único que le preocupaba, como siempre, era saber si ya había arreglado las cosas con Nicholas.

Sostengo un vaso de agua mientras subo las escaleras. El frío de la mañana traspasa mi chaqueta y haberme quitado los zapatos antes de entrar sólo hace que mi cuerpo entero tiemble mientras intento desesperadamente que nadie me escuche hasta estar en mi habitación.

Escucho el sonido del agua en el baño junto a la habitación de Julia y sé que debe estar preparándose para ir a la universidad mientras mamá sigue dormida. Me aseguré de enviarle un mensaje a mi papá antes de dejar la casa de Kat para preguntarle si estaba en el trabajo, y aunque su respuesta fue más indiferente de lo que me habría gustado, me tranquiliza que ya no esté en casa. Siempre es más difícil verlo después de una pelea porque me da vergüenza. Y siento culpa aunque no quiera.

Bostezo al abrir la puerta de mi habitación, y se me seca la garganta cuando me doy cuenta que no estoy sola. Julia está frente al mueble de mi ropa, no en la ducha como yo pensaba. Los cajones no están en su lugar y tengo que acostumbrarme a ver el desorden que hay en el suelo a su alrededor antes de enfurecerme porque significa que está espiándome.

¡Mi habitación está desordenada por su culpa!

Es una...

— ¡¿Qué estás haciendo aquí?! —Estoy un poco desorientada, pero cuando vuelve a lanzar mis cosas hacia el suelo detrás de sus espaldas, siento la cara roja de furia—. ¡No toques mis cosas! —Exclamo en el instante que veo a Julia de rodillas junto a mi armario.

— ¡Me importa una mierda que sean tus cosas! —Me responde, con algunos de mis perfumes en el suelo mientras busca incansablemente una forma de inclinarse más cerca del armario para seguir vaciándolo.

— ¡Julia! —La llamo—. ¡Sal de ahí! —Le grito, sin importarme que mamá me escuche.

Corro hacia ella e intento tomar sus hombros, pero se gira antes de que pueda tocarla y me empuja con fuerza hacia atrás. Me tropiezo al caer al suelo y el vaso de agua se me cae a los pies, mojándome las piernas.

— ¡¿Dónde las tienes?! —Su voz suena como si estuviera por golpearme—. ¡Dime ahora mismo dónde las escondiste! —Se acerca para tomarme de los brazos y me sacude con fuerza mientras yo trato por sacármela de encima.

—Déjame tranquila... ¡¿Qué te pasa?! —Me quejo cuando siento sus dedos enterrándose en la piel de mi estómago para que le responda—. ¡Para de hacer eso!

— ¡No voy a dejarte tranquila hasta que me digas la verdad!

— ¡Ay, suéltame! —Trato de liberarme, pero ella extiende sus brazos y me hace caer al suelo al volver a empujarme—. ¡No sé de qué me estás hablando!

más de ti [camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora