Capitulo #24. Repercusión (1)

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Alan Teredo, el único hijo del alcalde de ciudad Trébol, un chico de carácter amable, comprensivo, siempre ayudando a los pobladores que necesitaran ayuda.

El mayor ejemplo de su bondad más reciente fue la beca que dono a los estudiantes de bajos recursos para que participaran en un concurso de robótica a nivel nacional.

Gracias a ese dinero donado, ciudad Trébol, un lugar casi olvidado, tuvo reputación con el reconocimiento de Luis Noriega, un chico que ganó el primer premio a nivel estatal y el tercero a nivel nacional.

Al ser una persona justa y bondadosa, junto con todas las donaciones a la población, Alan era visto con mucho respeto y admiración.

Por lo menos con lo que mostraba exteriormente, ya que por dentro estaba realmente podrido.

Estaba sumamente obsesionado y marcado con su pasado, por lo tanto, para su propia satisfacción personal, llevaba a cabo practicas sumamente mórbidas en secreto.

El originalmente era un hijo ilegitimo al que su padre nunca reconoció, solo cuando este descubrió que ya no podía tener más hijos fue cuando lo recogió de la pocilga en que vivía y se le permitió llevar su apellido.

Alan todavía recordaba las palabras de su madre que solo recalcaban su odio por él al culparlo de todas sus desgracias, además, de las crueles palizas que recibía practicamente todos los días.

“¡Mira como estamos!, ¡¿no puedes darte cuenta del despilfarro de dinero que eres?!”

“¡Como tienes esa actitud insolente!, ¡ya que no quieres comer las sobras que te doy, ve al basurero a comer basura entonces!, ¡¿no puedes ver como me rajo la piel por ti?!, ¡Y aun así te atreves a decir que todo el dinero lo gasto en mi!”

“¡Mírate todo sucio y asqueroso!, si hubiera sabido que iba a tener un hijo tan malagradecido y feo que solo sabe gastar ¡Nunca te hubiera dado a luz!, ¡si no estuvieras mi vida sería muy diferente!”

Finalmente, su madre lo abandono, y cuando tenía doce años su “padre” lo encontró.

Para ese tiempo Alan ya sabía como ganarse a las personas, si demostraba ser un niño trabajador y sincero los demás se apiadarían de él, cuando hiciera algo mal como robar comida o dinero, nadie creería que él fuera el culpable y lo defenderían.

Aprendiendo como tener una mascara buena en su rostro se ganó la confianza de muchas personas.

Sin embargo, siempre que recordaba los ojos de su madre una gran cantidad de emociones revueltas y profundas lo inundaban.

Su madre no tenía ningún aspecto sobresaliente más que unos bonitos ojos, por lo tanto, era el aspecto de su rostro que siempre cuidaba y maquillaba con delicadeza.

Influenciado y torcido por la gran cantidad de emociones de amor – odio en su mente, siempre que Alan viera a una persona con ojos bonitos terminaría recordando a la mujer que más amaba pero al mismo tiempo odiaba hasta el punto de querer destruir.

Cuando matar animales ya no sacio los crueles y mórbidos pensamientos de su ser, Alan decidió dar un paso más allá.

Su primera victima fue una lamentable chica llamada Sofía cuyos padres solo regresaban una o dos veces al año, ella era la victima perfecta, no tenía amigos cercanos, sus padres practicamente la descuidaban todo el tiempo, y a pesar de llevarse bien con los vecinos no tenían un vinculo tan estrecho, por lo que Alan no dudo ni un poco después de aprender el recorrido cotidiano de la chica.

Soy una Ardilla en el Apocalipsis Where stories live. Discover now