Capitulo #27. Algún día.

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Después de una mañana sumamente impactante para todos, y las repercusiones en algunos, la tarde llegó.

Aun si todavía existían personas deprimidas o lamentándose, había otras realizando planes a futuro.

"Entonces, ¿Enserio se marcharan?"

Habló Luis al grupo de Derek.

Actualmente se encontraban en un pequeño rincón del gimnasio.

Los ojos de Luis estaban completamente hinchados y rojos, era obvio que no tenía mucho que acababa de dejar de llorar, a su lado estaba una mujer un poco demacrada pero aun manteniendo su belleza, con los ojos igual de rojos y con una manta cubriendo su estomago.

Ella era la cuñada de Luis, Carmen, la cual ya estaba enterada de todo lo sucedido.

"Si, mañana por la mañana nos iremos", contestó Antonio.

Luis bajo la mirada un poco deprimido, Carmen sonrió impotente y puso una mano en su hombro

"Antonio, me alegra ver que tu y tu familia siguen vivos, por favor cuídense mucho"

Habló Carmen para después mirar a Luis.

"Y Luis, ¿Por que no aprovechan este tiempo disponible para platicar?, estar tristes antes de la despedida definitiva no es bueno"

Luis sonrió, sacudió su cabeza y volvió a ver a Antonio.

"¡Es verdad!, no nos hemos visto desde la graduación, hay mucho que hablar!"

Luis dijo eso, pero en realidad solo habían pasado algunos meses desde que se graduaron de la secundaria.

Antonio sonrió, recordando lo mucho que ambos se prepararon para el examen de ingreso a preparatoria, lo estresados que estaban por cual escuela elegir, y lo felices que estuvieron al saber que habían pasado el examen.

Al final, ni siquiera pudieron disfrutar el primer año de ser estudiantes a nivel medio superior...

Ahora era Antonio el que tenía un rostro triste, además, al pensar en algo su mirada se volvió complicada.

Desde el momento en que se encontró con Luis, lo había pensado, pero no tenía el valor de decirlo.

Antonio volteo hacia donde estaba su abuela y el señor John, ambos lo miraron desconcertados, pero la mirada de Antonio no iba hacia ellos, sino hacia Derek, el cual estaba detrás de todos sentado sosteniendo y limpiando a una Daisy que parecía haber rodado en tierra.

Derek sintió su mirada y levanto la cabeza para mirarlo, Antonio dudo y bajo la cabeza con vergüenza.

Era tanta su pena que no se pregunto porque Daisy, la cual había desaparecido con un gorro purpura, había regresado llena de tierra con una mochila del tamaño de su cuerpo perfectamente sujetada de sus patas delanteras.

"¿Que estaba pensando?, ¿pedirle al joven maestro que Luis y Carmen viajaran con ellos...?", pensó con pena el chico.

Antonio se sentía egoísta, Luis era su mejor amigo y por lo tanto no quería dejarlo solo, pero al mismo tiempo sabia que no estaba en una situación de poder pedir algo.

Soy una Ardilla en el Apocalipsis Donde viven las historias. Descúbrelo ahora