La manzana no cae lejos del árbol

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A la mañana siguiente Aemma envío de regreso a Jace a Rocadragon para que le llevará un mensaje a su madre.

Ambos se encontraban conversando en el patio del castillo, casi en la salida del castillo.

Cuando los hijos de Rhaenyra se dejaban ver, las miradas y murmullos de las personas sobre ellos nunca faltaban.

-¿Segura que quieres quedarte? Creo que nuestro abuelo entenderá si no deseas aceptar su pedido - el castaño la miraba esperando que está se echará para atrás y volará con él de regreso a casa.

-El abuelo nos ha tratado bien y nos hs recibido con brazos abiertos aún cuando nuestra familia se alejó de él aún sabiendo que éste lidiaba con su enfermedad. Yo estaré feliz de complacerlo dejando que sea él quien busqué un buen esposo para mi y siendo su compañía cuando lo desee ¿O es que no notaste lo triste y solo que está? Para su esposa y mano él es solo una llave que les da acceso a hacer cuanto se les plazca en el reino. Seguro que a Daemon le agradará que me quede si eso nos deja vigilar de cerca a Alicent y su padre -.

-Se que tus intenciones son buenas, pero no olvides quiénes son los que viven aquí, todos están podridos y nos repudian. Además madre no tiene prisa porque te cases pronto - Aemma amaba a su hermano, pero algunas veces la alteraba lo sobreprotector que este era.

-Tú y Luke están comprometidos hace años con las hijas de Daemon y no se unirán en matrimonio hasta que lo deseen, el abuelo ha aceptado seguir esos términos también-.

-Pero Aemma, no es... -

-Ya lo he decidido Jace, no quiero más quejas de tu parte con respecto a ello - Aemma tomó la mano de Jace para darle seguridad y este suspiró.

Sabía que no haría a su hermana cambiar de opinión, en bastantes ocasiones a lo largo de sus vidas le había dicho que era más terca que una cabra.

-Ten mucho cuidado hermana- Aemma asintió y ambos se dieron un abrazo.

Mientras eso sucedía en el patio, la reina y su hijo Aemond se encontraban viéndolos desde arriba.

-No puedo creer que tu padre la haya invitado a vivir con nosotros, sé que se está perdiendo la razón por lo enfermo que está, pero me quema por dentro que se excuse diciendome que quiere cuidar de ella porque es su única nieta. Es una ofensa para la niña que Aegon y Healena le han dado- Aemond no dijo nada al respecto, solo dejó que su madre siguiera desahogando sus molestias - Solo miralos, ambos tan grotescos - Aemond pensaba que Jace lo era, pero esa no era la palabra que usaría para describir a la chica que hablaba con su hermano.

-Pero la chica no es una Strong-.

-Tal vez no, pero apostaría lo que fuera a que el actual esposo de Rhaenyra tuvo algo que ver con que la chica tenga más características Targaryen que sus hermanos -el chico observó a Aemma abrazando a su hermano.

Ers perfecto, pensó. Al fin sin el perro de Jace detrás de ella todo el tiempo.

-No estarás pensando en reavivar tu amistad con ella ¿verdad? - las palabras de su madre lo tomaron por sorpresa -No me veas como si estuviera diciendo disparates Aemond, eres hombre y ella es innegablemente bella. No voy a tolerar que mi hijo se deje engañar por una cualquiera -.

-¿Por qué dices que es una cualquiera? Hasta donde se sabe lo único que hace es estar con su familia en Rocadragon-.

-La manzana no cae lejos del árbol hijo mío, además el que los otros sean sus hermanos no los limita de intimar entre ellos si así les place ¿No crees que se les ve muy juntos allá abajo?- Aemond sintió algo dentro de él, le aberreció la idea de Aemma y Jace juntos, pero ahora que lo pensaba podía ser cierto, después de todo Jacaerys se había puesto como loco cuando lo vio tratando de hablar con Aemma.

En ese momento algo estaba pasando abajo, Aemma se había ido encima de uno de los guardias que estaba ahí y lo acorraló contra un pilar, lo amenazaba presionandole una daga en el cuello.

Otro guardia, Sir Erryk, apareció y después de intercambiar palabras con la chica tomó al hombre que Aemma había acorralado y lo obligó a ponerse de rodillas ante ella. El hombre levantó la cabeza y abrió la boca, a lo que Aemma sin nada de piedad le arrancó la lengua de un solo un corte.

La reina se llevó ambas manos a la boca horrorizada, incluso miró a otro lado tratando de contener el deseo de vomitar.

Aemond por otro lado sintió cosquillas en la entrepierna al ver la fiereza de la chica.

-Quiero que esto sea una advertencia para todo el que se atreva a llamarme bastarda a mí o a mis hermanos, o simplemente se atreva a faltarme el respeto diciendo vulgaridades de mí - la chica habló fuerte y claro, y tiró la lengua al lado del hombre que se retorcía de dolor en el suelo.

- Es peor de lo que imaginé, la chica está tan desquiciada como el príncipe canalla. Que hija tan repulsiva ha criado Rhaenyra ¿qué clase de princesa actúa de manera tan salvaje y hostil? - le dijo su madre mientras Aemond no podía dejar de mirar a la chica - Te lo digo en serio Aemond, mírame - con ambas manos tomó el rostro de su hijo a la fuerza obligándolo a mirarla -Mantente lo más alejado posible de esa bastar... chica tan poco delicada, te lo ordeno cómo tu reina y tu madre -.

-Como ordenes, madre - la mujer que parecía un poco desquiciada y exagerada, según Aemond, lo soltó y se fue de ahí, lista para ir a contarle a su esposo lo que su nieta había hecho.

Aemond por otro lado, una vez que su aseguró que su madre se había alejado lo suficiente volvió a mirar al patio, donde la chica estaba tomando un pañuelo que Jacaerys le extendió, para limpiarse las manos ensangrentadas.

En ese momento Aemma sintió que alguien más la observaba, no solo los que estaban cerca de ella. Miró hacía arriba y su mirada se cruzó con la de Aemond.

En cuanto Aemond sintió la mirada de la chica sobre él se estremeció, y como si no fuera suficiente, la chica le sonrió.

Al principio no supo cómo responderle por lo nervioso que la chica lo puso con un simple gesto, pero entonces ella estiró el brazo izquierdo y lo saludó con la mano que recién se había limpiado.

Eso llamó la atención de Jace y lo hizo darse cuenta de quien estaba mirando a su hermana, el que Jace lo mirara con tanta molestia, le terminó de dar la confianza suficiente a Aemond para sonreírle de regreso a su hermosa y salvaje sobrina.

Fuego y Sangre: Aemma Velaryon Where stories live. Discover now