Algunas cosas nunca cambian

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Durante el camino de regreso al castillo Aemma no podía dejar de pensar en lo mucho que quería estar a solas con Aemond para hablar con él.

-Dile a las críadas que alisten un plato más en la mesa, mi hermano cenará con nosotros hoy-pidió Rhaenyra a una de las sirvientas que se encontraban cerca de ella.

-Tengo cosas que hacer, nos vemos en la cena - dijo Daemon y le dio un beso en la frente a su esposa para luego salir nuevamente del lugar.

-Madre, madre... Viserys no para de llorar y ha interrumpido mi lectura de hoy -dijo Joffrey apareciendo en el lugar -Debes ir a verlo, su llanto lástima mis oídos y los de Aegon -jaló a su madre del vestido.

-Está bien, pero primero déja que lleve a nuestro invitado a una de las habitaciones -el niño se dio media vuelta y cuando vio a Aemond sus ojos brillaron.

-¡Tío Aemond!- el niño dejó a su madre a un lado y fue a abrazar a su tío, quien sólo se quedó inmóvil e incómodo por el contacto del pequeño.

Todos los adultos estaban sorprendidos por el comportamiento de Joffrey con el platinado, especialmente Rhaenyra.

-Joven príncipe -fue lo único que Aemond respondió.

-Ve con los niños madre, yo llevaré a Aemond a las habitaciones -dijo Aemma ya bastante calmada.

-No lo creo Aemma, faltaste a mi reunión porque te sentías mal, así que regresa a tu habitación y descansa, estás pálida y llena de ojeras-dijo Rhaenyra haciendo que Aemond pusiera atención en el rostro de Aemma.

Rhaenyra tenía razón, incluso los labios de Aemma estaban bastante pálidos. ¿Estaba enferma? De ser así, lo que menos quería era ser una molestia para ella.

-Yo lo llevaré madre, tengo muchas cosas que contarle al tío Aemond -pidió Joffrey.

-Está bien si Joffrey me acompaña- habló Aemond provocando que la mirada de Aemma se clavara en él.

-¿Así que no deseas que yo te acompañe?- preguntó a manera de reclamo la princesa.

-Aemma- regañó Rhaenyra.

-Te sigo, joven príncipe - dijo Aemond a Joffrey, quién sorprendió a su tío cuando lo tomó de la mano para guiarlo a la habitación.

-Parece que a Joffrey le agrada bastante Aemond- dijo Rhaenyra viendo como su hijo se alejaba al lado de Aemond - ¿Qué crees que haces Aemma? No puedes comportarte de esa manera con Aemond-.

-Solo le hice una pregunta, pero al parecer ha venido sin ninguna intención de hablar conmigo o tratarme bien - dijo irritada.

-Aemond sabe medirse, tú deberías hacerlo también. No querrás que tu esposo se de cuenta de tus sentimientos por Aemond -.

-¿Tú le ocultabas a mi padre lo que sentías por Sir Harwin?- dijo Aemma con toda la intención de molestar a su madre.

-A tú habitación, ya - Ambas se sostuvieron la mirada durante unos segundos-¿Tengo que ordenartelo? ¡A tu habitación, Aemma! -Rhaenyra casi había gritado la última oración, haciendo que los que estaban cerca de ellas se les quedarán viendo.

Eso hizo sentir avergonzada a Aemma, y de mala gana se dio la vuelta y comenzó a caminar alejándose de su madre.

[...]

Joffrey no se había separado en ningún momento de Aemond, una vez que llegaron a la habitación el niño se metió en ella y siguió haciéndole preguntas a su tío.

Al final Aemond entendió que por más que intentará ignorarlo no se iría ni tampoco se callaría, así que se resigno a escucharlo y sin darse cuenta comenzó a disfrutar la compañía del niño.

Fuego y Sangre: Aemma Velaryon Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz