Son solo niños

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•King'sLanding

Los rumores de la presencia de la princesa Aemma en la boda de Lord Cregan Stark llegaron hasta los oídos de Alicent Hightower...

Pero eran solamente eso, rumores.

Aún si resultaba ser cierto, los verdes no estaban preocupados, aunque Aemma estuviera viva, estaba claro que su dragón si había muerto, por lo que estaba en desventaja según parecía.

Era el tercer dragón que un miembro de la familia de Rhaenyra perdía, así que tanto Otto como Aegon creían que finalmente habían perdido su ventaja y era un buen momento para lanzar un ataque.

—La triarquía ha aceptado pelear por nosotros contra Daemon y la Serpiente Marina.  Su ejército es lo suficientemente grande para dar una buena pelea— informó lord Tywin Lannister a Otto.

—¿Quiere decir que son lo suficientemente estúpidos para aceptar navegar hasta su muerte, mi lord?— preguntó Otto.

—No le temen a los dragones, mi lord. Y hasta donde sabemos la familia en Rocadragon por ahora solo tienen tres dragones adultos, los cuales nunca han participado en una guerra—.

—Aún así me parece una locura de su parte ¿Qué es lo que esperan conseguir a cambio?—.

—Riquezas, poder, claro está. Y por supuesto, venganza contra la serpiente Marina y Daemon Targaryen—.

—Si me permiten dar mi opinión, creo que es buena idea, abuelo— habló Daeron que estaba sentado a un lado de Aegon— Aún si pierden la pelea, no supondría una gran pérdida para nosotros, dejemos que ellos debiliten aún más a Rhaenyra y los suyos, y si no los matan a todos, pues nosotros nos encargamos de los que sobrevivan—.

—Me gusta como piensa mi hermano, mis lores — dijo Aegon mirando a Daeron que comenzaba a ganarse el respeto entre los hombres presentes—
Ya lo he decidido, atacaremos de una vez por todas Rocadragon—.

—No me parece que sea buen momento para un ataque. Al menos espera a que tu hijo mejore— dijo Alicent a Aegon quien negó al mismo tiempo que restregaba las yemas de sus dedos sobre su rostro.

—Jahaerys no mejorará, madre. Debes entender que morirá porque es débil, igual que su madre— Alicent sintió una punzada en el pecho al escuchar a su hijo—¿Por qué debería perder mi tiempo con él en lugar de acabar con la plaga de Rhaenyra y su familia?—.

—Aegon tiene un punto. No hay nada más que hacer por nuestro querido Jahaerys, majestad— habló Otto— Sugiero que deje que el rey continue con plan para actuar contra la princesa Rhaenyra—.

—¡Es del heredero de Aegon de quien hablamos! ¿Cómo pueden pensar solo en la guerra cuando uno de nuestros niños está muriendo?— preguntó Alicent exaltada frente a todos los miembros del consejo.

La mirada que Otto le lanzó después de haber expresado tantas emociones, le hizo sentir que había hecho algo malo.

—Es por eso que en el consejo solo hay hombres— espetó Aegon molesto— Tal vez tu deberías ir a cuidar de mi hijo y dejarnos a nosotros encargarnos de los asuntos del reino, madre— Alicent se sintió impotente.

Aegon ya no era aquel joven ebrío y estúpido al que manipulaba a su antojo, sino otro hombre que buscaba tenerla bajo su sombra.

Alicent se disculpó y luego salió del salón con los ojos llenos de lágrimas.

Acompañada de Cole, Alicent fue hasta la habitación donde el maestre, las nanas y Healena vigilan día y noche al príncipe Jahaerys, quien a diferencia de su melliza parecía nunca mejorar.

Fuego y Sangre: Aemma Velaryon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora