Prisionero.

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—Arriba, Vermithor—ordenó Aemma y el dragón obedeció de inmediato.

Aquel día que parecía ir tranquilo, cambió en el momento en el que Vhagar se dejó ver aproximándose a Rocadragon.

Aemond pensaba aterrizar en la isla, pero le fue imposible hacerlo ya que en cuanto se acercó lo suficiente, fue rodeada por los dragones Syrax, Ala de Plata y el que más se le acercaba en tamaño, Vermithor.

—Muevete tan solo un poco y morirás— amenazó Aemma.

—He venido en paz. Traigo un mensaje importan...— Aemma soltó una risa a secas

—¿Por qué debería confiar y escuchar al hombre que trató de asesinar a dos de mis hijos? — preguntó Rhaenyra clavando su mirada despectiva a Aemond.

—Entiendo que no soy una fuente confiable. Pueden matarme si eso gustan, pero te aseguro si no me escuchas, vas a lamentarlo luego, Rhaenyra—.

—¿Acaso te escuché amenazar a mi madre?— preguntó Aemma.

—No es una amenaza, como se los dije, vengo en paz—.

—¿Quién te envió? ¿Tu madre, la rata de Otto  Aegon?—.

—Ninguno de ellos— Aemond sabía que la única con la que aparentemente lograría razonar, era Rhaenyra— Lo digo en serio, Rhaenyra. Si deseas mantener a salvo a tus hijos, debes escucharme—.

Aunque Rhaenyra tenía sus dudas al principio, había algo en la mirada de Aemond al decir la última frase que despertó su inquietud por saber que tenía que decirle su medio hermano.

—Bajarás conmigo a tierra, y te quedarás quieto a donde pueda verte en todo momento ¿Has entendido?— Aemond asintió.

—No creerás que está diciendo la verdad ¿O si, madre? Esto parece ser una distracción ¿Qué tal si solo les está haciendo tiempo a sus hermanos?— Aemma miró molesta a su madre.

—Nadie de mi familia sabe que he venido hasta acá. Aegon me cortaría la cabeza si se enterará de lo que estoy haciendo— Aemma apretó los labios.

—Deberiamos matarlo ahora mismo— la platinada miró a Aemond despectivamente, a lo que este solo bajó la mirada sintiéndose incómodo, y luego volvió a ver a su madre.

—¿Tú que piensas, Luke?— preguntó Rhaenyra al menor que solo había permanecido en silencio todo el tiempo.

—Creo que es difícil confiar en él— Luke siempre se había sentido indefenso ante Aemond, pero esa tarde precisamente, el que parecía tener miedo era su tío y no él.

—Claro que no se puede hablar en el aire. Bajemos todos  y escuchemos lo que Aemond tiene que decir— Rhaenyra le lanzó una última mirada a Aemma y a Luke,  y luego en cuestión de segundos, los cuatro dragones estaban descendiendo en la Isla.

En cuanto Aemond bajó y se alejó lo suficiente de Vhagar, Aemma lo sorprendió por la espalda y colocó su daga en la garganta del príncipe.

Aemond buscó con la mirada a Rhaenyra, quien solo se encogió de hombros y lo miró con cierta pena.

—Decías amar a mi hija, y aún así estuviste a nada de asesinarla en Molino Quemado ¿Crees que voy a confiar en tí y dejar que te acerqués a mis hijos?—.

—Ahora eres nuestro prisionero, Aemond. Y te lo advierto, si veo que intentas algo extraño voy a rebanarte la garganta sin pensarmelo dos veces— habló Aemma cerca del oído de Aemond.

Las cosas se pusieron complicadas para el platinado que había sido encadenado de brazos y había sido llevado a una celda.

[...]

Fuego y Sangre: Aemma Velaryon Where stories live. Discover now