Duelo

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Horrorizada por las acciones de sus hijos, Alicent le dio una cachetada a Aegon en cuanto este le dijo lo que había pasado horas antes cerca de Bastión de Tormentas.

—¡Par de idiotas! ¿Saben lo que han provocado al asesinar al hijo de Rhaenyra?— preguntó alterada—¡Han declarado la guerra! ¡Ella y Daemon caeran vendrán por nuestras cabezas— Alicent clavó sus ojos en Aemond que estaba detrás de Aegon —¿Tú no dirás nada? ¿Por qué hoy has decidido comenzar a actuar tan idiota como tu hermano?—.

—Las cosas se salieron de nuestras manos madre, ha sido un accidente—.

—¡Un accidente que nos costará la vida a todos!—.

—La golfa de mi media hermana  y su esposo no nos harán nada, mujer— dijo Aegon tocandose la mejilla roja — Estarán demasiado ocupados llorando la muerte del bastardo— aseguró.

—Dragones cazaran dragones— dijo Healena desde la silla donde se encontraba bordando, llamando la atención de sus dos hermanos, la de su madre y la de su abuelo que estaba sentado junto a ella.

—Nadie quiere escuchar las estupideces sin sentido que dices— dijo Aegon de mala gana.

—Aegon...— Aemond dio un par de pasos hacía Aegon mientras llevaba ambos puños apretados.

—¿Qué crees que haces, Aemond?— preguntó Otto haciendo que el príncipe se detuviera.

—¿Qué haremos, padre? Mis hijos han cabado nuestras tumbas con sus actitudes tan inmaduras— Alicent buscó el apoyo de su padre queriendolo tomar de las manos, pero el hombre la rechazó y negó con la cabeza.

—Yo creo que ha sido una victoria para nuestra familia, hemos dado una advertencia a los traidores, además hemos debilitado a Rhaenyra al fin—.

—Pero padre...—.

—Deja de sufrir tanta paranoia Alicent, Rhaenyra siempre ha sido vulnerable a caer en la locura, ha perdido a dos hijos en poco tiempo, aún sino se vuelve loca ¿Crees que esté dispuesta a que uno más muera?—.

—¿Y si aparecen dispuestos a quemar toda la Fortaleza Roja?—preguntó la reina Alicent mientras se mordía las uñas nerviosa.

—No son los únicos que tienen dragones. Y ninguno de ellos es jinete de Vaghar—dijo lleno de orgullo — Deberías estar feliz por la victoria de tus hijos, y porque al fin después de tanto tiempo Aemond ha demostrado su lealtad con nuestra familia — dijo el hombre poniéndose de pie—Y si te preocupa tanto saber los planes de Rhaenyra, pídele información a tus espías— habló fastidiado.

—¿A donde vas?— preguntó Alicent al ver que su padre comenzaba a caminar.

—A ordenar a las críadas que preparen un banquete por el rey Aegon ll y su hermano el Matasangre— dijo mirando con orgullo una vez mas a sus nietos.

—Padre, no lo llames así— pidió Alicent sintiéndose igual de incómoda que Aemond por tal sobrenombre.

—Así es como lo llamarán, deberá acostumbrarse y sentirse orgulloso por ello— dijo Otto y después salió de la habitación.

Esa noche, después del banquete que habían hecho por Aemond y Aegon, Alicent fue a visitar al patizambo para que le diera la información que quería.

Horrorizada por lo que le habían dicho, no pudo guardarselo y fue a la habitación de Aemond a verlo.

—Adelante, madre — dijo Aemond dándole permiso a Alicent de pasar —¿Qué sucede?—.

Alicent se sentó en la orilla de la cama y miró a Aemond que no quitaba la vista de encima del libro que leía.

—He ido a ver a mi informante para asegurarme de que los negros no quieran venir a poner nuestras cabezas en lanzas—.

Fuego y Sangre: Aemma Velaryon Where stories live. Discover now