La princesa y el lobo

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Un mes después

Mientras que los negros parecían volverse mas unidos conforme los días pasaban, los que permanecían en King'sLanding estaban cada vez más divididos entre sí.

—¿Qué hace él aquí? ¡Sacalo de aquí, Aegon!— ordenó Alicent desde su lugar en la mesa viendo al niño que acababa de sentarse junto a Aegon.

—Es mi hijo madre, de ahora en adelante comerá con nosotros en la mesa al igual que todos— Uno de los ojos de Alicent temblaba por el estrés.

Odiaba que su hijo consintiera más a su bastardo que a sus nietos legítimos.

—Es un insulto para Healena y para tus hijos con ella—dijo Alicent mirando a su hija que solo permanecía en silencio.

—Healena no dirá nada al respecto si sabe lo que le conviene — Aemond apretó los puños por debajo de la mesa.

—En lugar de consentir al bastardo deberías de darle más atención a los mellizos y a Maelor—.

—No desperdiciaré mi tiempo con tres niños igual de raros que su madre, y agradeceré que llames a Gaemon por su nombre, madre —.

—Lo llamaré por lo que es, un bastardo—.

—¡Es mi hijo, por lo que también es tu nieto!—dijo Aegon comenzando a alterarse — Parece que olvidas quien es el rey, madre— Alicent suspiró y de mala gana comenzó a comer, dando por terminada la discusión.

Aemond casi nunca hablaba, se dedicaba únicamente a observar a cada miembro de su familia. Sin duda todos los que estaban en la mesa eran infelices, pero por la única que sentía pena era Healena.

[...]

Sabiendo que exisía la posibilidad de que pronto comenzará una guerra, la familia que yacía en Rocadragon se esforzaba en disfrutar los buenos momentos que pasaban entre ellos.

Era un hecho que Rickon y Aemma amarían a su hijo sin importar los rasgos que tuviera. Pero en secreto, Aemma guardaba la esperanza de que resultará ser fruto del amor que ella y Aemond se tuvieron un día, sería feliz sabiendo que siempre tendría una parte de él a su lado.

Todos en la familia estaban emocionados en la espera del nuevo miembro, Aemma también lo estaba, pero comenzaba a sentirse asustada también.

Recordaba las historias que las personas le contaban sobre su madre cuando está era una joven de la edad de Aemma. Su madre había sido rebelde y bastante salvaje, su abuelo le contó una vez que en el segundo onomástico de Aegon apareció cubierta de sangre hasta en el cabello después de haber cazado a un cerdo salvaje. También Daemon solía contarle historias de la juventud de Rhaenyra cuando le enseñaba a pelear a Aemma. Por lo que la joven Velaryon sabía que su madre cambió bastante cuando se convirtió en madre.

Temía que eso le sucediera a ella también.

Amaba a su familia, pero llegaba a fastidiarla que quisieran estar encima de ella todo el tiempo, que la tratarán como si fuese una flor y sobretodo, que le prohibieran hacer cosas.

—Puedo ponerme de pie sola, Jace— dijo la platinada de mala gana y rechazó la mano que su hermano mayor le había tendido para que se levantara.

—Solo quiero ayudarte— dijo el castaño viendo como su hermana se levantaba del suelo donde había estado sentada leyéndole un poco a Joffrey — A Baela no la tratas mal como a mi — se quejó.

—No soy una inútil, puedo hacer cosas sola— dijo la platinada — Baela entiende eso. Espero que regrese pronto de visitar a los abuelos— dijo Aemma con tristeza, a ella no le habían permitido acompañar a sus primas a Driftmark por su condición.

Fuego y Sangre: Aemma Velaryon Where stories live. Discover now