Sueños.

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—¿Por qué me miras tanto? ¿Quieres que lo hagamos de nuevo?— preguntó Aemma de manera burlona a su prometido.

Ambos estaban exhaustos después de haber estado juntos por segunda vez, Aemma no tardaría mucho en dormirse,  pero antes tenía curiosidad en saber porque Aemond no paraba de mirarla.

Aemond sonrió y negó.

—Temo que ya me has dejado sin fuerzas, princesa... Aunque la vista es muy tentadora —las mejillas de Aemma se tornaron rojas y trató de tapar sus pechos desnudo con la sábana que cubría parte de sus cuerpos desnudos, pero Aemond impidió que lo hiciera—Déjame seguir admirandote unos  momentos mas—pidió y Aemma soltó la sábana.

Aemond estiró su brazo y con su mano acarició el rostro de Aemma.

—Creía que estaría solo toda mi vida, por eso no puedo dejar de mirarte. Sigo sin creer que mi futura esposa sea tan hermosa y me ame tanto como yo a ella — Aemma sonrió y se acercó más a Aemond hasta que sus rostros quedaron a centímetro del otro.

—Eres el hombre con el que deseo pasar el resto de mis días, nos hemos pertenecido uno al otro desde hace mucho — Aemma unió sus labios con los de Aemond en un pequeño beso—Te amo con locura, mi príncipe—.

—Nada en el mundo podrá llegar a hacerme tan feliz como tenerte a mi lado. Te amo inmensamente, y ansío con locura poder llamarte esposa y formar nuestra propia familia— está vez fue Aemond quien besó a su prometida.

—Nos espera una vida muy feliz juntos. Cuando vivamos en Rocadragon tendremos una vida tranquila y la libertad de hacer lo que querramos, sin tener presiones por parte de nuestros padres sobre nosotros— Aemond sonrió—y tendremos tantos hijos como los reyes Jaehaerys y Alysanne— bromeó Aemma.

—Podemos intentarlo—respondió Aemond con una sonrisa en su rostro—Aunque no me importa cuantos sean, espero único que cada uno de ellos sea parecido o parecida a tí—.

—Estoy en desacuerdo. A mí me complacería tener a un pequeño que se te parezca— Aemma bostezó y sus ojos se cristalizaron un poco por lo cansada que estaba.

—Apenas puedes mantener tus ojos abiertos, deberíamos dormir. Ya tendremos cada noche para hablar y estar juntos — el platinado dio un beso en la frente de Aemma y ella en respuesta lo abrazó y luego se acomodó  en el pecho desnudo de Aemond, lista para dormir.

—Quiero comenzar a pasar mis noches contigo a partir de hoy— dijo Aemma mientras cerraba los ojos.

—¿Y si alguien se da cuenta de que pasaste la noche aquí?—.

—Que se jodan entonces. Tú eres hijo del rey Viserys y yo la hija de su heredera, la próxima reina ¿Qué podrían hacernos?—.

Aemond sabía que Alicent se volvería loca si se daba cuenta, pero al final no le importó, pues era más grande su deseo de tener a Aemma cerca suyo, amaba la sensación de calma y felicidad que le provocaba la presencia de la platinada y adoraba como se sentía tenerla tan cerca y que está fuese tan cariñosa con él, así que respondió el abrazo que Aemma le estaba dando con caricias en la espalda, hasta que Aemma se quedó dormida.

Fue el sonido de sus propios sollozos lo que hizo que Aemond se despertará esa mañana. El príncipe se puso de lado y miró todo el espacio que tenía en la cama donde alguna vez había tenido la placentera compañía de Aemma.

[...]

—¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar recibiendo a tu prometida?—preguntó Healena llegando hacía el balcón donde Aemond estaba parado.

Fuego y Sangre: Aemma Velaryon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora