Reencuentro. P1

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Antes de que Aemond llegara a King'sLanding.

Helaena bordaba sobre un pedazo de manta y de vez en cuando apartaba la mirada en dirección a Jace, quien jugaba con Jaehaera en el suelo, como si ambos fuesen unos niños.

De pronto Helaena comenzó a sentir una presión en el pecho, y el presentimiento de que algo pasaba se hizo presente.

De inmediato puso una de sus manos en su vientre aún plano y una serie de imágenes confusas golpeó su mente en ese momento.

—Algo anda mal— dijo de pronto, haciendo que Jace dejará de prestar atención a la niña a su lado y se enfocará en ella.

—¿Con nuestro hijo?—preguntó en tono preocupado y Helaena negó de inmediato para luego ponerse de pie de prisa.

—Tenemos que irnos de aquí, estamos en peligro— la actitud de la platinada comenzó a preocupar a Jace en cuanto esta tapó sus oídos con ambas manos y cerró los ojos con fuerza.

Estaba esforzandose por darle sentido a las imágenes que había visto en su mente.

—Las banderas verdes se acercan , el dragón dorado nos vigila—Jace pusó sus manos sobre los hombros de Helaena y la hizo mirarlo a los ojos.

—¿El dragón dorado?— Helaena asintió—No podemos irnos hasta que Aemond nos diga— le recordó Jace.

—Si no nos vamos ahora, moriremos. Al menos yo lo haré —Sus ojos se cristalizaron—No podemos esperar Jace, levantate y ve a ponerte una capa, Jaehaera ¡Rápido!— la niña miró asustada a su madre, pero no dudo en hacerle caso cuando esta le habló tan fuerte.

—Necesito que te tranquilices un poco primero, Hel—la platinada negó mientras un par de lágrimas se deslizaban por sus mejillas—Por favor, solo respira un momento — Jace no lo pensó demasiado y atrajo a Helaena hacía él para envolverla en un abrazo.

Sabía que Helaena veía cosas aveces, pero ella misma le había explicado antes lo difícil que era saber que podía ser real y que no.

Justo cuando la respiración de Healena comenzaba a volver a la normalidad alguien llamó a la puerta con desesperación.

Ambos jóvenes se pusieron alerta y se asomaron a ver de quien se trataba.

—¡ABRAN!¡RÁPIDO!¡No hay tiempo que perder!— se escuchó una voz femenina desde afuera.

—No se oye como Laisa— habló en voz baja Helaena.

—¡Príncipe Jacaerys! ¡Reina Helaena! ¡Sé que están adentro! ¡Todos en la Fortaleza Roja lo saben, y vienen por ustedes!— Jace y Helaena se miraron entre si—¡Majestad! Seguro que usted me recuerda, mi nombre es Floris Baratheon, alguna vez fui la prometida del príncipe Aemond—.

—¿La conoces?— preguntó Jace a Helaena y está asintió—¿Podemos confiar en ella?— Helaena no dijo nada, pues no la conocía más allá de las pocas veces que se habían cruzado en los pasillos del castillo y habían sostenido pequeñas conversaciones irrelevantes—¿Qué es lo que quieres? ¿Qué haces aquí?—.

—Quería advertirles de Aegon, viene dispuesto a prenderle fuego a esta cabaña con su dragón y sua hombres—.

—¿Cómo sabe que estamos aquí?—.

—¡El pescador y la chica! ¡Los hizo hablar y luego los asesinó!— En ese momento la sangre de Helaena se heló y sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas al pensar en el final que debió haber tenido Laisa.

—¿Por qué deberíamos confiar en tí? ¿Por qué siquiera debería creer algo de lo que dices? ¿Qué es lo que tu ganas viniendo a advertirnos?—.

Fuego y Sangre: Aemma Velaryon Where stories live. Discover now