★ 53

28.8K 2K 136
                                    

–Gracias por la cena– le digo, terminándome el innovador brownie de chocolate blanco y wasabi.

Me encanta el picante en los postres, es mi perdición. Pero, claro, él ya lo sabía.

–De nada– sonríe, observándome cuando se mete la última cucharada de "blondie" en su devastadora boca.

Me toco el pelo instintivamente, mirando hacia abajo y mordiéndome el labio.

Recuerdo mi primera cita con Jorge.

Debíamos tener quince o dieciséis años, probablemente dieciséis, aunque no estoy del todo segura.

En teoría había quedado con Rebeca y Ruth, mis dos mejores amigas por aquel entonces, en el cine para ver una adaptación de María Antonieta.

Tenía una obsesión severa con la última reina de Francia. Era mi heroína, mi ídola y mi modelo a seguir.

Y todavía lo sigue siendo, es probablemente la única mujer que en un tiempo de opresión y machismo demostró que tenía más poder que su marido, incluso. Por muy loca que estuviera.

Yo hacía tiempo que había dejado de sentirme atraída por Jorge, pues un chico de un curso superior me tenía loca, sin haber hablado con él nunca, solamente sabiendo su nombre y la clase a la que acudía.

Lo último que pensé fue que, al llegar al cine, Ruth estuviera con una sonrisa de oreja a oreja y Rebeca no se hubiera dignado a aparecer.

Pero allí estaba ella, junto a Jorge, quien me miraba con timidez y seducción a la vez, alternando según dónde sus ojos se posaban.

Ruth salió por patas después de que la asesinara con la mirada, dejándome a solas con Jorge.

Como no me gustaba, la velada resultó de lo más aburrida. Lo mejor fue la película, de la que guardo un bonito recuerdo.

Ni siquiera me dio mi primer beso, tan solo se dignó a hiperventilar cuando le abracé por no ser borde.

¿Quién diría que, años más tarde, me enamoraría de él perdidamente?

–¿Marría?– me despierta Hugo, chasqueando los dedos, haciéndome torcer la nariz.

–María– le corrijo a regañadientes.

–¿En qué pensabas?– pregunta, colocando una mano sobre la mía descaradamente.

La aparto enseguida, como si tuviera la peste, pese a lo caliente y reconfortante que ésta se mostraba.

–En mi primera cita. Creo que no hablé en toda la noche– digo, mirando al techo.

–¿Con quién fue?

Levanto una ceja y le miro alucinada. ¿En serio?

–No sé ni para qué pregunto – se adelanta, suspirando después –. Dime que esta cita es mejor que aquella.

–No te creas– bromeo–. Al menos entonces me entretuve con una película sobre María Antonieta.

Él abre los ojos como si le hubiera dicho que Lucifer es mi señor y que en mi tiempo libre me voy al sótano a hacer rituales satánicos.

–Prefiero a Sissí.

Doy un golpe en la mesa, haciéndole reír, mientras se termina su copa de vino y llama al camarero.

–No compares – gruño, fingiendo enfado.

Ahora soy yo quien le mira como si fuese él el de los rituales.

–¿Sabes cómo se llamó una hija de Sissí?– pregunta, haciéndose el interesante.

–María Antonieta, lo sé. ¿Sabías que la reina de Francia era la bis-suegra de la emperatriz?

El Chef (2015)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora