Errores

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Alfred se acercó a Amaia, que se encontraba pegada a la pared. -No voy a hacerte nada. -dijo Alfred mientras bajaba las manos de Amaia dejando a la vista su magnífico cuerpo.  Amaia no podía hacer otra cosa que mirar a Alfred a los ojos, estaba muy nerviosa y avergonzaba a la vez. 

Alfred acariciaba el cuello de Amaia lentamente. Ella empezaba a sentir cosquillas en el estómago. Él giró a Amaia y dejó caer el agua por su espalda. Agarró un poco de gel de baño y empezó a frotar su espalda suavemente. Deslizaba sus dedos arriba y abajo formando una línea recta.  Amaia apartó su pelo a un lado, el agua caía ahora también por su cuello.  Alfred acercó su cuerpo al de ella, sus labios tocaban ahora su cuello y lo besaba pausadamente. -Me gustas mucho Amaia. -le susurró. 

Amaia no podía creerse esas palabras que acababa de escuchar. En ese momento Amaia se giró y quedó cara a cara con Alfred. Lo miró a los ojos y a los labios repetidamente antes de lanzarse a besarlo. Era el beso más apasionado que jamás había dado.  -No sabes cuanto esperé este momento. -dijo ella separándose para tomar algo de aire.

Alfred esbozó una sonrisa y volvió a besarla.  Amaia agarraba entre sus manos la cara de Alfred mientras él poco a poco bajaba las manos para tocar el culo de Amaia. Ella se dejaba llevar.  Lo que parecía que iba a ser una ducha normal como cualquier otra se convirtió en una aventura total. 

El agua caía sobre los dos cuerpos de los chicos mientras ellos seguían besándose. 

Alfred cogió a Amaia en brazos, dejando que ella entrelazara sus piernas en él. La apoyó contra la pared y comenzó a recorrer su cuerpo con sus dedos. -Eres perfecta. -soltó entre besos.  Amaia apartó a Alfred y hizo un gesto de asombro tan típico de ella. 

- Oye Amaia... -dijo Alfred mientras besaba su cuello.

-¿Amaia? ¡Amaia! 

-¡Dios!¡Que susto! -dijo Amaia mientras se despertaba.

-Tía, ¿que estabas soñando? -rió Aitana en el sofá. 

-¿Estaba soñando? Buah, que horror, que vergüenza. -dijo mientras se tapaba la cara avergonzada.

Aitana no hacía más que imitar los sonidos que hacía Amaia mientras soñaba, y esta solo hacía callar a su amiga mientras quería que la tragara la tierra. 

- Ana Banana, ¿podemos hablar? -dijo Mimi acercándose a la mesa donde estaban Ana y otros compañeros. -Claro. -respondió. -Vamos a la sala del piano.

Mimi tenía que sincerarse con ella, quería contarle como se sentía y dejarlo todo claro, para quitarse ese peso de encima. Entraron en la sala del piano y se sentaron en el banco que acompañaba a este.  Ana miraba a Mimi esperando que empezara a hablar, pero a ella no le salían las palabras, estaba asustada. -¿Qué querías decirme? - espetó Ana.

Mimi agarró la mano de su amiga. -Tengo que hablarte de algo importante, por favor, escúchame y cuándo termine me das...tu opinión al respecto, ¿vale? - los nervios eran notables en ella. -Me estas asustando, ¿qué pasa? -respondió la canaria.

- Desde el primer día que entramos a la academia y empezamos a tener más acercamiento comenzé a sentir que algo no iba bien. Era algo que no podía controlar. Empezaba a sentir cosas que antes no había sentido por nadie. No sé cómo, ni por qué, pero desde el principio siempre estuviste a mi lado y no sabes como agradezco que fuera así. Hace ya algunos días empezé a sentir que algo en mis pensamientos cambiaba. Ya no te veía de la misma manera, no te veía como una amiga, si no como algo más.

Ana no podía creerse lo que le estaba contando. -¿Qué acaba de decir? -pensó Ana. -No puede ser cierto, ¿se está declarando? - se repitió varias veces a sí misma.

- Es cierto que siempre hemos sido muy cercanas aquí dentro, pero últimamente lo somos más y ya no podía soportar tener esto dentro. Tenía que decirtelo Ana. Me gustas, incluso podría llegar a decir que estoy enamorada de ti. 

-¿Has terminado? -dijo Ana muy cortante.

-Sí,  creo que s... - Ana la besó.

Tan rápido como la besó, volvió a apartarse y levantarse de donde se encontraban sentadas. -¿Qué acabo de hacer? -pensó. Mimi seguía sentada en estado de shock, no se esperaba el beso para nada.  Ana salió de la sala del piano y fue a la habitación. No pudo evitar empezar a llorar de nuevo, pero esta vez, Miriam sería la que fuera a consolarla.

Pasadas la hora de comer y el descanso, comenzaba el segundo pase de micros de operación triunfo 2017. Los primeros en actuar serían Miriam y Agoney.


QueriendOTWhere stories live. Discover now