Infidelidad

1.2K 57 4
                                    

Era la hora de descanso, casi la hora de cenar. Algunos de los chicos decidieron escuchar sus canciones, otros empezar a ensayarlas con el piano o la guitarra, todo iba normal en la academia. 

Agoney decidió coger unas pesas y hacer algo de ejercicio. Un poco de musculación nunca viene mal. Al terminar con estas decidió correr algo en la cinta. Tras unos veinte minutos el sudor recorría su espalda. Secaba su frente con una toalla de color azul, esta tenía bordada una pequeña flor. Durante una media hora Agoney estuvo corriendo a buen ritmo, hasta que se cansó. Paró la máquina y decidió ir a darse una ducha. Cuándo llegó estaban vacías, no había rastro de sus compañeros ni si quiera por la habitación cuándo fue a coger su gel y su ropa limpia. 

Entró en las duchas, se desvistió y entró en una de ellas. Giró el grifo y el agua comezó a caer por su cabeza empapándola toda ella. Suspiró. De repente escuchó abrirse la puerta. No le dió mucha importancia hasta que una voz le habló desde fuera de las duchas.

—Hey Ago, gracias por lo de antes —dijo una voz. 

Agoney decidió asomar la cabeza para ver quién le hablaba. Era Ricky.

—No ha sido nada —respondió Agoney tratando de sonar lo más despreocupado posible.

Necesitaba fingir normalidad, pero sabía que hablar desde la ducha no parecía muy normal. Cogió un poco de gel y empezó a enjabonarse el cuerpo. Así tendría una razón para taparse un poco, en el caso de que Ricky decidiera ponerse en una ducha contigua.

—Aún estoy un poco perdido con todo eso que te conté —lo escuchó decir—. Y, ya ves... Espero mejorar con los días.

Sentía la presencia de Ricky detrás de la puerta de su ducha. "Por favor, vete", se dijo una vez más hacia sus adentros. La puerta de su ducha  se abrió como única respuesta.

—¿Tienes champú? —le preguntó.

"¿Está desnudo?", alcanzó a pensar. Con disimulo, fingiendo que se frotaba la pierna izquierda, se giró para mirarlo y responder:

—Eh, si —Agoney no mostraba nerviosismo, pero todo su ser temblaba al observarlo. Como pensaba, el cuerpo de Ricky era perfecto, tenía hombros anchos, caderas anchas y abdominales marcados...

"¡Mierda! No debería haber mirado", se volvió a decir Agoney a sí mismo.

—Vaya, si prefieres más intimidad puedo irme. -soltó Ricky.

Las miradas de ambos se cruzaron bajo el agua de la ducha. No sabía qué hacer, pero sentía que iba a estallar. Sin que el contacto visual desapareciese, lo vio atravesar la distancia que los separaba. El aire se negaba a abandonar los pulmones de Agoney.

—¿Quieres más intimidad, entonces? —dijo Ricky cuando estaba tan cerca que no había forma posible de ocultarle nada.

Agoney negó con la cabeza, incapaz de pronunciar palabra. Controlar la respiración ya era demasiado complicado. Aun así, su mano se aventuró hasta rozar el vientre de Ricky. Ardía bajo el agua fresca de las duchas.

 Ricky subió la mano hasta su nuca y lo atrajo con delicadeza, sin preocuparse ya por ocultar la erección. Sus labios se unieron con suavidad, intercalando los labios en un primer beso extraño y húmedo.

Ricky era unos diez centímetros más alto, aunque Agoney apenas era consciente de su inclinación al besarlo. Sintió su lengua buscando hacerse un hueco entre sus labios, y le permitió el paso.

Cuando la mano de Ricky le acarició el vientre, contuvo la respiración. Sabía lo que se avecinaba, pero la excitación que sentía empezaba a tomar el control. La mano se cerró sobre su miembro y empezó a masturbarlo con suavidad, lentamente, sin dejar de besarse.

Agoney lo pegó contra la pared y le apartó la mano. Se acercó hasta que no hubo ni un centímetro de su cuerpo que no estuviese en contacto con su piel. Sentía la respiración marcada y su erección.

De forma involuntaria,Ricky bajó la mano hasta el muslo de Agoney y lo levantó hasta que su pierna derecha le rodeó las caderas. Pero lejos de molestarse, Agoney lo atrajo aún más hacia sí.

Ricky le giró la cara para poder besar y morderle el cuello, con suavidad pero con firmeza. Siguió por su clavícula, por su pecho, por su abdomen. Agoney notaba la erección de este rozando su cuerpo, bastante más grande que la suya. La agarró y lo miró a los ojos mientras se la introducía en la boca.

El sabor se diluía con el agua de la ducha, que no dejaba de salir. Lo escuchó gemir y aquello le excitó aún más.

Cuando hubo saciado su hambre lo giró con suavidad.

—Si hay algo que te incomode, puedes decírmelo —le dijo Ricky sin apartar la mirada de su culo.

Como con todas sus respuestas, Agoney extendió la mano para atraerlo hacia sí. 

—Tengo un condón en la maleta —lo interrumpió Ricky—. Si quieres...

Agoney le sonrió y se incorporó para besarlo. Ricky salió a buscar el condón. Mientras sacaba la ropa y otras cosas en busca de los condones, Raoul entró en la habitación en busca de un libro. Se quedó mirando a Ricky mientras buscaba en su maleta. Vió como este estaba mojado y envolviendo sus partes en una toalla. De repente observó como sacaba algo de su maleta y lo escondía con rapidez en su mano. Decidió dejar que se fuera e ir a investigar más tarde.

El cuerpo de Agoney temblaba de la excitación.-¿Pero que haces?- se dijo así mismo. -Estas con Raoul imbécil. En ese momento Ricky volvió a entrar en la ducha. Agoney estuvo apunto de echarse atrás, pero ver como el chico se colocaba el condón, le ponía mucho más.

Con firmeza, Ricky lo atrajo hacia sí y lo besó. Agoney le dio la espalda y se apoyó en la pared de en frente, curvando su cuerpo, exponiéndose con un gemido excitante. Ricky lo mandaba callar.  Llevó su mano entre las piernas de Agoney y lo sintió húmedo y abierto. Con suavidad, empezó a introducirse dentro de él. Poco a poco. Saliendo y entrando cada vez un poco más.

Agoney gemía, intentando mantener el equilibrio que sus piernas temblorosas que parecían negarle. Sin embargo, se movía hacia delante y hacia atrás, con ansia.

Ricky se inclinó y le besó la espalda. Con una mano lo agarró de las caderas y con la otra buscó un hueco para poder masturbarlo, mientras lo penetraba.

Los gemidos de ambos se volvieron incontenibles, a medida que aumentaban la velocidad. La erección de Agoney palpitaba, y Ricky supo que el momento del éxtasis estaba próximo.

Aceleró el ritmo de sus caderas, de sus manos. La espalda del chico se arqueaba y sus gemidos comenzaban a sonar demasiado fuertes. Le tapó la boca con la mano libre y sintió, en el acto, sus dientes mordiéndola, en un esfuerzo por contener las ganas de gritar.

—No creo poder aguantar mucho más —le susurró Agoney en el oído, con la voz entrecortada por la excitación.

Ricky seguía intentando que no se escucharan sus gemidos, pero llegado el momento del extásis todo fue inevitable. Aquel gemido resonó por las duchas de la academia, sonido al que inmediatamente respondió Raoul entrando en las duchas. 

No podía creer lo que estaba viendo, las lágrimas recorrían sus mejillas. -¿Por qué me has hecho esto? -le decía a Agoney entre sollozos. -Raoul, ¡espera! -gritó Agoney saliendo de las duchas y envolviendose rápidamente en una toalla.

-Ey, ¿adonde vas? -le dijo Ricky agarrando su brazo. 

-Déjame, ya hiciste bastante. -dijo Agoney apartando su brazo y corriendo tras Raoul.

QueriendOTKde žijí příběhy. Začni objevovat